sábado, 16 de diciembre de 2017

Las solemnidades purgantes de ZP

Al decir de ciertos admiradores de Zapatero, la solemnidad debería acompañar a su ídolo en el Congreso de los Diputados

El sectarismo es la condición política que mejor definiría el talante de ZP, ya que no duda en favorecer a algunos colectivos en perjuicio de otros, como ha sucedido con las paralizaciones por decreto del PHN o la LOCE, nada menos que dos leyes orgánicas aprobadas por mayoría en las Cortes y consensuadas en su momento con una gran parte de los afectados. Incluso el entonces gobierno nacionalista de CiU dio su aprobación al trasvase de determinados caudales del Ebro. Sí, es cierto que son asuntos viejos, pero aún lo son más el Prestige o la guerra de Iraq y vemos cómo en ciertos medios se alude a ellos incesantemente. Y si la parte sectaria usa y abusa a la hora de recordarnos sus medias verdades o sus falsedades, no debemos escatimar esfuerzos ni ocasiones en responderles que su actitud nos provoca una impresión repugnante.


De otra muestra de talante sectario podría calificarse al hecho de que ZP se haya negado a recibir a la delegación que pretendía entregarle más de tres millones de firmas a favor de la asignatura de religión en la enseñanza, ello con independencia de que luego se acordase o no esa asignatura. Y es que este hombre escoge a determinados colectivos, como puedan ser los católicos, para agraviarlos sin más. Está claro que no es un problema de agenda, nadie pedía ser recibido en un día determinado. Por otra parte, ya hemos visto que ZP, para lo que le interesa, no tiene inconveniente alguno a la hora de plantarse en medio de un homenaje a determinado ex político nonagenario cuya principal virtud fue la de ser cómplice de un horroroso genocidio en Paracuellos, conviene recordarlo. 

¿Qué gobernante despreciaría de ese modo a los representantes de tres millones y pico de personas? Sin duda alguna un sectario de tomo y lomo, amigo de gobernar, sin que le tiemble el pulso, contra buena parte de la sociedad española y adicto al abrazo con los supervivientes del 34-36, años revolucionarios y guerracivilistas. Otro detalle de partidismo descarado: Qué político no atendería la petición de cese de Peces-Barba, ese individuo que nos divide a los españoles en buenos y malos. La petición, recordémoslo, fue presentada en su día por otra comisión, esta vez recibida y desatendida, que representa a más del 80% de las víctimas del terrorismo. Sólo puede hacer caso omiso quien planea usar al Alto Comisionado para volver a arrinconar a las víctimas y que no alboroten cada vez que se hable de llegar a un acuerdo con ETA, porque así es como se encontraban, despreciados y arrinconados por el socialismo, antes de la llegada de Aznar al Gobierno.

El personaje ZP posee, además, otras particularidades no menos definitorias de su naturaleza política, una de ellas es la grandilocuencia de sus discursos, siempre pronunciados en un tono de voz forzadamente solemne y por lo común de contenidos vacíos. Se diría que alguien le prepara unos escritos cargados de frases huecas, que quizá es lo que él acepta encantado, sin molestarse en averiguar si existe algún proyecto detallado, elaborado por la Administración, que ampare tanta vacuidad y tantos pájaros volando. Y es que sólo un necio pertinaz puede actuar de ese modo, con tanta improvisación y falta de rigor en iniciativas que no suelen pasan de ahí. Sus proyectos parecen poseer la profundidad del letrero en la pancarta, lo que no es transcribible en una lona de cinco metros de ancho por uno de alto no merece su atención política; de hecho, usa eslóganes incluso ante su propio Comité Federal, como cuando afirmó la idiotez de ocho años de derechas y uno de derechos.

Los gobiernos serios, y es evidente que no es el caso, primero elaboran sus proyectos y los calculan hasta en la última coma, luego los repasan y discuten las veces que sean precisas y, cuando los asuntos se ven maduros y se cree que son beneficiosos para el conjunto de la sociedad, no para unos pocos o para Polanco, los llevan al Parlamento con la intención de aprobarlos o, en su caso, perfeccionarlos aún más. En tales situaciones, la sociedad suele enterarse de la propuesta en el momento de ser presentada ante la Cámara. Ahora no ocurre así, sino que el presidente del Gobierno o algunos de sus ministros lanza al aire una de esas ideas estrafalarias y altisonantes, como lo de las soluciones habitacionales o la alianza de civilizaciones. Y ale, a vivir del cuento.

Además de la vacuidad, la holgazanería es otra de las características del político que nos preside. Zapatero suele delegar en terceras personas ajenas a su gobierno para que le saquen de cada uno de los charcos donde se mete. Veamos algunos ejemplos de los muchos que podrían relacionarse: Anunció solemnemente que solucionaría el tema de RTVE (1ª solemnidad) y le pasó la responsabilidad a una comisión de supuestos sabios a los que, después de anunciar que no les hará caso en según qué, les ha condecorado por pasarse un año para decirnos que todo debe seguir igual o peor, puesto que esos sabiondos piden mayor subvención para el Ente a costa de todos nosotros.

Anunció solemnemente la reforma de la Constitución (2ª solemnidad) y no ha dudado, acorralado por las preguntas del Grupo parlamentario popular, que le interpela cada miércoles sobre su modelo de Estado, en endosarle el trabajo sucio de ese modelo al Consejo de Estado, cuyo presidente ya ha enseñado la patita en la misma línea frívola de quien le ha hecho el encargo.

Anunció solemnemente la aprobación y mejora de un nuevo Estatuto catalán (3ª solemnidad), y dejó lo que debía decidirse en manos del PSC (partido marcadamente nacionalista y por tanto antagónico de las bases del PSOE), también delegó en sus socios independentistas de ERC y del propio Parlamento catalán, institución que en su día decretó barra libre al haber anunciado ZP otra de sus frivolidades: que aceptaría lo que se aprobase en esa cueva de Alí Babá (donde lo del 3% es sin duda un eufemismo de lo mucho que han robado los políticos catalanes) y los cuarenta receptadores nacionalistas.

Anunció solemnemente en la sede de la ONU que propondría al mundo una Alianza de Civilizaciones (4ª solemnidad), y a las primeras de cambio, incapaz de definir qué entiende él por alianza y cómo se materializa semejante idea, le endilga a Kofi Annan, aprovechando su visita a Madrid, la responsabilidad y los detalles del proyecto. 

De todo lo expuesto, que representa sólo una mínima parte de las iniciativas huecas de Zapatero, se deduce que nuestro hombre debe ser aficionado al agua de borrajas, que es ese calducho sin ninguna sustancia, de efectos purgantes, que nos queda después de hervir la parte comestible de la planta. Es el caso de ZP, a mayor solemnidad menor sustancia, más calducho y un sectarismo más descarado.

Publicado el 17 de marzo de 2005

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