Si por algo se ha caracterizado la progresía española estos años, ha sido por criticar todas y cada una de las determinaciones de George W. Bush en la búsqueda del final del terrorismo internacional y en la expansión de la democracia, hasta los sitios más recónditos del planeta. Naturalmente que tamaña osadía no la podían tolerar los intelectuales retroproges y la ultraizquierda prisaica, por lo que éstos se dedicaron, especialmente antes de los comicios de noviembre del 2004, al insulto y a la difamación en contra del Presidente de los EEUU. Lo peor de todo, y lo decimos porque ello ha perjudicado notabilísimamente los intereses españoles, no sólo en los EEUU, sino en prácticamente todo el concierto internacional, es que José Luis Demagóguez Zapatero se dedicó, antes y después de llegar a la Moncloa, empujado por los atentados terroristas del 11M, a zaherir, atacar y menospreciar, no sólo al líder republicano, sino a todos los EEUU. El sarampión antiamericano de nuestros adalides antiliberales, ya saben...
En el complejo mundo de la política, lo que se impone, al final, es la estrategia a largo plazo. Es lo que da resultados. Y para jugar a largo plazo, lo que hay que tener son ideas claras y principios firmes. No sirve criticar la invasión de la dictadura genocida de Sadam Hussein, retirar las tropas de tu país de Irak, instar al resto de la coalición a seguir tus pasos... para luego, apuntarse al carro de la celebración de los comicios democráticos en el país asiático. Este tipo de política que "funciona" al socaire del último efecto demagógico, para arrancar un puñado de votos, termina situando a sus propulsores donde deben estar. En la nada.
Permítannos traer aquí el evangélico fructibus eorum conoscetis eos. A pesar del silencio de la mayoría de los medios de comunicación nacionales, la marcha democratizadora y pacificadora de la Administración Bush, está cosechando unos éxitos increíbles. Ya comentamos hace unos días el caluroso recibimiento del pueblo georgiano al presidente estadounidense, al que consideraban el más digno representante de la nación que tanto había hecho por la liberación del mundo comunista. Desde luego, nadie se sentó al paso del Presidente Bush, ni afeó la bandera de los EEUU, ni ninguna patochada por el estilo.
Bien, esta semana George W. Bush ha cosechado en Palestina un nuevo éxito diplomático de un calado impresionante, hasta el punto de que la cúpula palestina calificó de "éxito" la primera reunión celebrada el jueves entre Mahmoud Abbas y el presidente de Estados Unidos, en la que el dirigente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) recibió el apoyo de Washington. Mientras otros "líderes" mundiales (?) se desgastan en polémicas estériles, Bush proveerá 50 millones de dólares en ayuda directa a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) para financiar proyectos en la franja de Gaza tras la retirada israelí y apoyará decididamente la creación del estado palestino. Fructibus eorum conoscetis eos. Ahí quisiéramos ver a toda la carcundia progresista. Tantos años deificando a Arafat; tantos años defendiendo la "honrada" causa palestina... y al final, ¿con qué resultados? Con ninguno. Exactamente igual que pasa con el Sahara y con otras muchas "causas" progresistas mundiales. Al final tienen que llegar los EEUU para poner las cosas en su sitio. Y no es que nos alegremos de ello, porque la política internacional debiera estar mucho más consensuada, pero mientras tengamos ciertos bueyes para arar... hablar de un equilibro político mundial va a ser difícil, difícil.
Autor: Smith
Publicado el 28 de mayo de 2005
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