La ministra Narbona tiene dos ocupaciones habituales: Suspender o modificar los buenos proyectos que la anterior Administración popular dejó iniciados en Medio Ambiente, como el PHN, una obra que debía crear abundante riqueza en todo el Levante español, y cesar a los altos cargos de su departamento ministerial que osan discutirle levemente sus arbitrarias y necias medidas. Todo sea por el talante y el diálogo.
Hasta tal punto es así, que en las últimas semanas la tipa Narbona ha licenciado sin honores (el de las medallas es Bono) a varios directores generales y subdirectores. Con el resto de la elite administrativa del Ministerio, la tipa juega a moverlos de aquí para allá como si fuesen fichas de dominó; eso sí, previamente las vuelca sobre la mesa, hace que muestren su lado negro y luego las agita compulsivamente con ambas manos, las palmas extendidas hacia abajo, mientras en su rostro se perfila una sonrisa ladina de esas que parecen querer decir: ¡Os vais a enterar quién manda! Todo sea por el talante y el diálogo.
Qué no habrá hecho la tipa Narbona con su propia gente, puesto que a cualquiera que oliese o sonara a PP lo cesó fulminantemente nada más llegar al cortijo medioambientoso, por no decir medioapestoso, que los técnicos del agua, gente profesional donde las haya, se le acaban de declarar en rebeldía y han sacado un manifiesto llamándola talantosa y dialogantosa, pero al revés te lo digo para que me entiendas.
La tipa Narbona, que es una de esas tipas de cuota sin escrúpulos y que accedió al Ministerio cuando le aseguró al talcualillo de ZP que ella, contra el parecer de su compañero de cama, pararía el PHN aun cuando ya estuviese en marcha el 30% de la obra, cree que tiene carta blanca de su jefe para hacer y deshacer a su antojo en el Ministerio.
Y lo malo es que es cierto, porque la tipa no para de contaminarlo todo con su sectarismo, sus mentiras y su desgraciar de un plumazo el futuro de la costa mediterránea española, así como de otros proyectos hídricos en comunidades populares, como el embalse de Castrovido en Burgos. Contaminar de sectarismo es, sin duda, lo adecuado para un Ministerio de Medio Ambiente regido por una tipa de la Secta que actúa con la anuencia atolondrada del Talcualillo, a quien lo único que le preocupa (dedicación total) es lo que pensarán sus socios-cómplices de la región Nordeste. Y digo Nordeste, porque si para ellos no existe España, cualquier día de estos igual decido que para mi no existe Cataluña. Por supuesto me refiero a esa Cataluña donde se registra un 85% de voto nacionalista o similar tras veintitantos años de adoctrinamiento intensivo pujoliano.
Artículo publicado el 11 de noviembre de 2004
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