A la habitual maledicencia de estos sujetos y la 'sujeta' de la imagen, hay que sumarles no poca descoordinanción e ineptitud política, datos definitorios del Gobierno socialista. |
José Blanco y Pérez Rubalcaba representan en el actual PSOE la pareja de chinches fétidos que la formación necesita para no perder el distintivo de partido-basura. Ambos políticos, que con la cara ya pagan, se dedicaron ayer a verter cuanto vómito hacia el PP les pedía el cuerpo, un vómito celebrado histéricamente a coro por el resto de los sectarios que tras ellos se ubicaron ante las cámaras de televisión.
No me sorprendió en absoluto el ataque de ambos personajes hacia los populares, están ahí para eso, para atacar en todo momento y por cualquier motivo a esa oposición a la que tanto temen. Blanco y Rubalcaba han sido escogidos para desempeñar el papel de sepultureros de la moralidad y el decoro. ¡Qué triste rol el de estos miserables! Hay que tener muy mala sangre para aceptar a gusto, como hacen ellos, la representación del malvado sin escrúpulos; el uno, Blanco, porque su torpeza y asfixia mental no le da para más; el otro, Rubalcaba, porque vive colgado de la dosis diaria de perversidad y necesita alimentar su yo retorcido con las reacciones que provoca en sus detritos malsanos.
Miles y miles de militantes engrosan las filas del socialismo. Cientos de miles son los simpatizantes que el partido posee. Cuántos de esos miles no se avergonzarán cada día con el par de jumentos que dan la cara por ellos y en nombre de ellos. Y aún así, uno se pregunta: ¿No hay nadie capaz de dirigirse a la cúpula del partido y comentar la vengüenza y el deshonor que Blanco y Rubalcaba despiertan? ¿Tan pusilánime es el filosocialista de nuestros días? El concepto de la autocrítica es un invento de la izquierda; de hecho, fue Stalin quien acuñó el término como paso previo a la depuración de los que fueron tachados de revisionistas.
¿Qué hay de la autocrítica del PSOE respecto a los miembros-bazofia como Blanco y Rubalcaba? Jamás he oído nada en contra del comportamiento arrabalero de ambos infames profesionales. Todo es reírles la gracia y festejar sus bajezas. ¿Representarán ellos al PSOE auténtico? ¿Serán anormales los que se muestren abochornados al escucharlos? En cualquier caso, por muchos votos que en cada ocasión se decanten del lado del socialismo, el PSOE nunca será un partido decente mientras no sea capaz de depurar a esos dos portavoces de la ignominia. E incluso depurándolos, es posible que jamás se acerque a la decencia mientras gobierne sólo para una parte de la sociedad, ya tenga 1.000 votos o 1.000 millones.
Publicado el 21 de febrero de 2005
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