¡Dios le tenga en su Gloria! |
Se nos ha muerto Campmany en un año de sequía. Claro que para él, como buen murciano confeso, la sequía era el pan nuestro de cada día en esta tierra castigada, a la que amaba, dejada de la mano de la naturaleza y la de algunos hombres vendidos al mejor impostor. Lo que más siento de la lamentable pérdida, quizá él también pudiera considerarlo así -o al menos se desprendía de sus escritos-, es que se ha llevado consigo ese regusto amargo de la España repudiada por quien mayor obligación adquirió de velar por ella y mimarla.
Ha fallecido un maestro y un ejemplo para muchos: Campmany. Con el apellido sobra para que todos sepan de quien se habla y a quien se ensalza. Hasta la víspera de su sentirse mal, de su indisposición repentina, Campany trabajó en la redacción de ese folio diario que hoy publica ABC. ¡Quién pudiera mantener el discernimiento y la voluntad de escribir hasta los ochenta años! ¡Qué envidia! ¡Quién pudiera acarrear a sus espaldas, como don Jaime Campany y Díez de Revenga, sesenta y dos años dedicados a escribir y a enseñarnos! Descanse en paz el gran columnista del periodismo contemporáneo.
Publicado el 13 de junio de 2005
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