Como homenaje a las víctimas de tan brutal atentado, reproduzco aquí la carta que el mismo día 11 de marzo de 2004 envié a un diario digital y fue publicada:
11 de marzo. Qué gran tristeza siento ante la atroz muerte de tantos españoles en Madrid. Hoy he llorado varias veces. De hecho, ahora que escribo estas líneas me ha vuelto a acometer la congoja y lloro al mismo tiempo que escribo. Si escribiese sobre papel, sin duda estaría salpicado de lágrimas.
Se ha suspendido la campaña electoral y se han aplazado muchos actos cívicos y culturales, pero lo que no debe de suspenderse, sino acrecentarse, es nuestro desprecio a quienes justifican, amparan, toleran, piden diálogo o miran para otro lado ante la barbarie de los asesinos, ante el salvajismo de tan horrendos crímenes.
Unos crímenes que desbordan hasta tal punto cualquier racionalidad, que incluso el propio Otegui se niega a reconocerlos como procedentes de ETA. Unos atentados tan infames que incluso Carod, el interlocutor de la banda asesina, es posible que mañana se encuentre al frente de la manifestación que la Generalidad de Cataluña ha secundado a propuesta del Gobierno de España.
No creo que Carod y Magarall dejen de asirse a la pancarta que encabezará la manifestación del día 12 en el paseo de Gracia de Barcelona. El lema fijado, y ya veremos si lo respetan o lo convierten en algo distinto y partidista, debe ser el mismo que el Gobierno de la nación ha fijado para toda España: "Con las víctimas, con la Constitución y por la derrota del terrorismo". Si no lo respetan, todo mi desprecio para ellos. Si lo adulteran, espero que el generoso pueblo de Cataluña lo advierta y les niegue el voto dos días más tarde, por infames.
A estas horas que escribo, aún ignoro qué propósito tiene Ibarreche respecto a la convocatoria a manifestarse, pero si la elude o apaña un sustitutivo habrá certificado que la sangre ajena le impresiona más bien poco aunque salga en su televisión haciendo el paripé. Si fuese así, si no la secunda, clamo al Cielo para que el noble pueblo vasco desprecie en las urnas al partido que les gobierna.
Sólo los muy interesados pueden creer que no habrá consecuencias electorales de tan brutal masacre de españoles. Sólo los muy partidistas pedirán hasta el domingo que el atentado no se use electoralmente. Pero mi opinión es más bien contraria: Si al suspender la campaña electoral se nos ha ampliado el período de reflexión, no dejemos de reflexionar acerca de los partidos que negocian con ETA (Perpiñán-Lizarra) o sobre los que se presentan en las mismas listas (candidatura al Senado por Barcelona) y forman gobierno (Generalidad catalana) con los que dialogan con el terror y piden que se mire el mapa de España.
Publicado el 11 de marzo de 2005
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