Esta tarde (27-4-04) he estado viendo un rato el todos contra uno desde las Cortes, lamentable espectáculo que me supongo se repetirá indefectiblemente a lo largo de la legislatura. Zapatero ha expuesto sus flojitos argumentos sobre la retirada del ejército español de Iraq, pero lo más llamativo es que ha utilizado gran parte de su tiempo en atacar al PP, lo que desmiente, una vez más y con rotundidad, ese buen talante del que presume, que revestido de señorío puede hacerse mucho daño al oponente.
Los otros grupos apenas se han molestado en exponer opiniones sobre el orden del día, la retirada de las tropas, más bien y como un solo hombre se han limitado a atacar directamente al PP, a manera de subalternos de un presidente de gobierno vestido de torpe y oro que implora con la mirada que le pongan el toro en suerte o le saquen de allí camino de la enfermería.
Aquello parecía un pimpampum de un único muñeco al que derribar: Rajoy, que se mostró bastante roqueño a pesar de que el presidente del Congreso le interrumpió a menudo por cuestiones de horario y luego no le concedió dúplica ante el último ataque de ZP. El líder del PP, en las dos veces que intervino, citó las cuatro falsedades o engaños de Zapatero sobre el tema de debate: 1. No cumplir la fecha del 30 de junio, reiterada antes y después de las elecciones. 2. No consultar al Parlamento antes de ordenar la retirada, institución que según Zapatero debía intervenir forzosamente en asuntos de tal índole. 3. No darle una opción a la ONU o a cualquier otro organismo multinacional, dispuestos a aprobar resoluciones que contentasen al gobierno socialista. 4. Ignorar la resolución 1511 del Consejo de Seguridad merced a la cual hay tropas de más de una treintena de países en Iraq.
Cada vez que el torpe y oro se vio acorralado por la única voz discrepante y argumentante (con perdón), puesto que los demás simplemente formaban la clac o grupo de personas que asisten de balde para aplaudir, le aparecía al Presidente una sonrisa en la mirada y en el gesto, mirada tan sonriente como vacía, sonrisa tan ensayada como forzada. ZP tomaba notas en un bloc tamaño octavilla, de unas cincuenta hojas, ciento treinta de las cuales dejó en blanco, como sus ideas. Recurrió a recortes de prensa que otros le habían pasado. Se montó en ellos, en los recortes, y se fue de nuevo a la tribuna a atacar al PP. Lo suyo era tan obsesivo que no dudó ni un momento en llamar señor Aznar al jefe de la oposición, el señor Rajoy. La cámara en pleno advirtió el desliz de ZP y los populares, con Rajoy al frente, rieron con indulgencia el desacierto y evidenciaron, esta vez sí, en qué lugar se halla el buen talante. Me temo que Zapatero no se enteró de su propio error hasta que fue advertido por Rubalcaba, ese Maquiavelo de bolsillo que con cada tres palabras es capaz de elaborar hasta siete mentiras.
Pero lo más grave, con todo, fue el anuncio del Presidente acerca de su intención de enviar a las cámaras un nuevo proyecto de Ley Orgánica para la Defensa. Y adelantó, creo que no le entendí mal, que se regularían las intervenciones militares de acuerdo con la voluntad del Parlamento. ¡Cuidado, mucho cuidado! El asunto puede ser muy serio y no sería de extrañar que constituyese uno de los peajes que ZP debe pagar a los separatistas que ahora le apoyan. El título octavo de la Constitución cita a las fuerzas armadas como garantes de la unidad de España, pero como decía el político taimado: Haz tú las leyes y déjame a mí los reglamentos. Y si una ley orgánica es mucho más que un reglamento, siempre será menos que la Constitución española, ley fundamental.
De otra parte, la Guardia Civil, que tiene consideración militar aunque dependa a efectos operativos del Ministerio del Interior, mediante una nueva Ley Orgánica de la Defensa podría quedar desmilitarizada y descafeinada, paso previo a su desaparición y absorción por a) policías autónomas (recordemos a los agentes de Tráfico en Cataluña), b) Policía Nacional o Policía Estatal, como igualmente se la denomina en la región nordeste peninsular.
Aviso a navegantes para que se mantengan avizor de las marejadas políticas y cambios radicales que se avecinan. A esta gente que ahora gobierna no le temblará el pulso con tal de seguir sustentados por quienes declaran abiertamente que España no es simpática para ellos y quieren dejar de ser españoles.
Autor: Policronio
Artículo publicado el 28 de abril de 2004
Artículo publicado el 28 de abril de 2004
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