lunes, 20 de noviembre de 2017

Pimentel el agorero


Hay personas a las que todo les parece mal y van por la vida de agoreros. Por ejemplo, el ex ministro Manuel Pimentel, quien en un artículo publicado en El Periódico de Catalunya llega a afirmar que la catástrofe de Irak nos lleva al desastre. Y añade Pimentel, que (la guerra) condena a Occidente a no tener amigos y a ampararse en el poderío militar, que sólo genera dolor. Luego asegura que Estados Unidos va a perder esta guerra, que les será imposible lavar la imagen cruel de potencia ocupante y que la inmensa mayoría del pueblo iraquí luchará por su independencia y liberación. Pimentel redondea su  horripilante pronóstico afirmando que mientras haya un iraquí vivo, EEUU tendrá un enemigo.

En otros párrafos el ex ministro asegura que el mundo musulmán lleva siglos sumido en una profunda crisis, incapaz de reaccionar en su depresión. El diagnóstico de don Manuel concluye con el siguiente párrafo: Un peligrosísimo fundamentalismo islámico se extiende en su seno, golpeando sin piedad allí donde puede. Ante este terrorismo, que no sólo golpea a occidentales, sino también a hindúes y otros, el resto del mundo reacciona identificando al islam como la quintaesencia del mal. La mayor de las confusiones ya está servida; los musulmanes desconfían de los occidentales, y nosotros les rechazamos y les tememos.

Veamos. Pimentel primero afirma que la guerra condena a Occidente a no tener amigos. No esta mal, por lo menos medio planeta (el hemisferio occidental) podrá confiar en los ciudadanos que habitamos la zona. Luego asegura que los terroristas islámicos no sólo atacan a Occidente, sino a hindúes y otros. Ya vamos sumando, porque si al hemisferio occidental le añadimos la India y otros (a saber si no son otros muchos), resulta que Occidente no está tan huérfano de amigos. 

Como en la exposición de Pimentel todo es fatalismo y no se intuye la más mínima solución (llega a decir que si se abandona Iraq, malo, y si no igual de malo), me he mirado un Atlas y he visto que en el hemisferio oriental, donde se supone que no tenemos amigos, se encuentran Japón, Australia, Nueva Zelanda..., de entre los cuales hay más de uno que integra la coalición liderada por los americanos. Así, pues, nueva suma de naciones a ese Occidente que carece de amigos. ¿Usted no habrá querido decir, señor Pimentel, que el mundo islámico es el que se halla sin amigos? ¿No será que a los árabes sólo les apoyan aquellos estados interesados en ciertos negocios internacionales que no huelen demasiado bien, como podría ser el caso de Francia y similares? ¿Cómo es posible que su visión tan políticamente (correcta) absurda no sea capaz de contemplar la realidad? 

Vale que para evitar el odio de Oriente usted no quiera incluir en Occidente a Francia o Alemania, rivales de los americanos en el asunto de Iraq por motivos de todos conocidos, vale que tampoco España forme parte de Occidente ahora que hemos desertado de nuestros compromisos en el conflicto iraquí. Pero y el resto de Europa que sí apoya a la coalición, como Noruega, Polonia, Italia, Portugal, etc. ¿Tampoco son Occidente para usted? Pues no, ahora lo veo claro, para usted sólo EEUU y Reino Unido son Occidente. Entonces, ¿por qué no lo dice con esas mismas palabras? ¿Por qué no expresa claramente su odio a los americanos? 

¿Y qué podríamos opinar de su visión del mundo musulmán? Si, según usted, existe un peligrosísimo fundamentalismo golpeando sin piedad allí donde puede, ¿qué opciones tiene Occidente aparte de rechazarles y temerles? ¿Blindar sus fronteras? ¿Convertir a los países del hemisferio odiado en estados policía? Porque usted no apunta solución alguna, se limita a verlo todo negro y a dejar en la página de El Periódico su cuota de poso subliminalmente envenenado. Usted quiere quedar bien con no se sabe quién y, por si acaso, ha sacado entrada para el espectáculo mediante la inserción de su columna en tan lamentable medio. Quizá cree que de ese modo, depositando su óbolo en las arcas de las conveniencias electorales, ayuda a que se mantenga viva entre el pueblo esa llama de la Guerra que tantos votos dio a la izquierda.

Sí, repito, sí hay soluciones al terrorismo islámico, señor Pimentel. Yo se las resumo en una frase: ¡Combatirlo allá donde se encuentre! Y si Iraq, como algunos de ustedes afirman, no era un refugio de terroristas ni poseía armas de destrucción masiva, tampoco disponía precisamente de un régimen ejemplar donde pudieran mirarse los demás estados árabes. El anterior gobierno de Iraq, por su condición genocida, expansionista y pendenciera, tenía todos los números para ser llamado al orden, nunca mejor dicho.

Y una nación decente donde las haya, esa USA que usted tanto odia y a la que tanto envidian los progres, tomó la iniciativa de ordenar la zona tras el mayor atentado del terrorismo islámico que pueda concebirse. Costará muertos la solución, ya lo sabemos, aunque muchos menos que si el genocida hubiese seguido aferrado al poder. Se suscitarán odios, también es cierto, pero... ¿acaso el fanatizado pueblo islámico puede llegar a odiarnos más? Lo dudo, señor Pimentel, lo dudo hasta el extremo de creer que posturas negativas y cobardes como la suya son las únicas que eternizan el rencor y la ausencia de amistad hacia Occidente, morada de la libertad del ser humano.

Artículo publicado el 24 de mayo de 2004

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