El anterior título es el que a juicio de algunos de mis lectores más entusiastas debería figurar como advertencia en esta bitácora política, repito, política. Para las especies nacionalistas y para quienes se hallan inmersos en alguna secta totalitaria, valga la redundancia, leer estas pantallas de Batiburrillo acorta la vida, perjudica gravemente la salud y crea impotencia.
Los totalitarios atacan a menudo a los blogers de Red Liberal con una especie de interrogante-insulto: ¿Y tú eres liberal? Incluso hay algunos que en su paroxismo ideológico llegan a exclamarnos: ¡Parece mentira que tú afirmes que eres liberal! Como si liberal sólo pudiese ser el que se muestre de acuerdo con las imposiciones de los nacionalistas, las intrigas y corruptelas del socialismo, cuando no conspiraciones o crímenes de Estado, las bodas entre parejas del mismo sexo, la adopción de niños a cargo de esas parejas, al aborto a discreción, la subvención de producciones artísticas de dudosa calidad, etc.
Un buen liberal, según la mentalidad totalitaria, además debe condenar con energía a Israel, supongo que por aspirar a existir como nación; sentir odio hacia los EEUU, no se sabe por qué pero siempre serán tan culpables como el PP; compadecer a gentuza como Arafat, que al latrocinio le suma el flirteo permanente con el terror; dorarle la píldora al tirano Mohamed VI, acostumbrado a solucionar los problemas de desempleo a base de fuerabordas, y llevarle el velo a la pareja de consortes que rigen esos dos estados tramposos que ahora son Francia y Alemania.
En lo económico, un buen liberal al modo nazi-progre, siempre será el que acepte a gusto el déficit fiscal, ¡qué paguen mis nietos!; el que prefiera cuantas más empresas estatales mejor, me mola eso de los días libres por asuntos propios y los talonarios abultados de bajas médicas; el que vea con buenos ojos el subsidio al jornalero a partir de equis peonadas, que además es una forma como otra de costear el trabajo sumergido en una segunda actividad no declarada; la subvención del Estado a los sindicatos garrapatas que no son capaces ni de cobrarles la cuota a sus afiliados, si es que no engañan al trabajador con promociones inmobiliarias fraudulentas; o tantos y tantos millones de euros que se van en las televisiones públicas, las radios... y un puñao de etcéteras más.
Para más inri, esos nazi-progres que presumen de ser hombres justos, te exigen a ti, como liberal, que aceptes la oficialidad de los idiomas catalán y vasco, y algún otro, en todo el territorio español. Porque aquí debe ser como en Suiza, que cada quisque habla un idioma y conoce un segundo. Y esa misma exigencia, trasladada a la comunidad de donde es originario el nazi-progre, ya no vale para ser aplicada, porque esas tierras tienen idioma propio y puede haber alguien que de vez en cuando le joda que un oficial de juzgado o un policía no le hable en su idioma.
Pero como un servidor no está dispuesto a consentir tanta arbitrariedad, tanta falsedad, tanto sectarismo y tanta inmoralidad de los nazi-progres, me temo que al final no tendré más remedio que acostumbrarme a ser insultado por los escamots o a que sea puesta en duda mi condición de liberal. Por tanto que quede claro que a mi modo, es decir, como un liberal, seguiré ejerciendo la crítica de cualquier actitud que me parezca repugnante, por abundantes que sean los ladridos que luego me lleguen.
PD: Por si acaso, tú más. Y yo en tu tía la tuerta.
Artículo publicado el 27 de julio de 2004
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