Hoy he sentido el clásico pavor ante el folio en blanco. No se me ocurría nada sobre lo que escribir. Sé que quienes esto lean lo comprenderán bien, puesto que muchos son escritores; quizá no famosos aún, pero escritores al fin y al cabo, que no siempre la fama es sinónimo de bondad en el arte u oficio que se practique.
Si no fuese porque me prometí a mí mismo darle cierta continuidad a la bitácora (hoy en día blog) me pedía tres o cuatro días libres en el trabajo, me iba a una agencia y me montaba un viaje a la Estación Espacial Internacional (ISS), a ver si así, ingrávido y con cierta perspectiva de la Tierra, no lo veía todo tan negro ni se notaba tanto la abundancia de tipos inicuos por metro cuadrado que aquí padecemos. Porque digo yo, si la muralla china no se ve desde la ISS, o eso dicen, se vera mucho menos el recalentón que han pillado los nacionalistas a costa de este Gobierno pasmao y de lo más contradictorio.
Lo que ocurre es que no me darían los días libres, no porque sea imprescindible en mi trabajo, ni de coña, sino porque ya he pedido días a cuenta de vacaciones hasta el 2037. Además, un viaje a la ISS sólo está al alcance de los muy caprichosos ricachones o de la gente de mérito, como se verá al final, y el sueldo no me llega ni para el autobús que me lleve a la agencia. Y mi estado físico, he ahí lo esencial, es de lo más deplorable y justo la antítesis de cualquier astronauta que se precie: Fumo, bebo, peso 180 kilos, mido 90 centímetros (¿o es al revés?), voy con mujeres malas (aportación reputada, sin doble sentido) y practico toda clase de deportes desde el mando de mi televisor.
De modo que, de vuelta a la Tierra, antes de que mi jefe advierta que esto que escribo no es el informe que me pidió con urgencia cuando gobernaba Suárez, voy a teclear cuatro tonterías políticas (como mi bitácora, que está cargada de ellas) para completar el folio, a ver si así cumplo con lo que me propuse y no dejo demasiados espacios en ese calendario que aparece en el margen derecho y que, acusica él, viene a decirme de vez en cuando: ¡Aquí te dormiste, nene! Tú que te las dabas de escribir tanto o más que Lope (en horas veinticuatro pasaron de las musas al teatro) y ya ves, un montón de huequecillos en blanco. Tal día no escribiste ni mu, tal otro tres cuartos de mu a pesar de tu pretensión de recuperar terreno. La semana pasada recurriste al viejo truco de la visita de un primo y su hija, a los que les diste palique hasta que cambió la fecha...
¡Leñe! Resulta que he puesto estos párrafos en vista preliminar de Word y apenas pasan del medio folio. Bueno, dejo las chuminadas y voy al grano:
Los nacionalistas catalanes (no confundir con gente normal) vuelven a la carga de las matrículas CAT y los papeles de Salamanca. Una pareja de reivindicaciones que, según el CIS, de conseguirlas les aumentaría notablemente la calidad de vida. Hay grandes tumultos en las calles de Barcelona, con carreras de policías y tranvías volcados en la Diagonal. Los manifestantes exigen que el gobierno del Estado (España ni nombrarla, que duele) acceda ante unas reivindicaciones tan justas como necesarias. Entre sollozos, Carod trata de calmar a las masas sin conseguirlo. Incluso alega que a él le da lo mismo, que es el pueblo quien lo demanda angustiado. El hijo del guardia civil (Carod) teme que el siguiente paso sea la proliferación de barricadas. ¡El drama está servido!
El talantudo ZP no se define ni en esto ni en nada, hace como si no le llegase la onda y tiene dicho que si preguntan por él que no está, que se ha marchado a presenciar desfiles militares a Almería, su última afición.
Ibarreche (con che) comenta que las próximas elecciones eusquéricas serán en el 2005, no antes, y que para entonces espera que el Parlamento vasco haya aprobado su plan. Lo que significa que al votante vascongado (como se ha dicho toda la vida, y hace de ello bastante más de 108 años) se le hará creer, como si de un referéndum se tratase, que el PNV debe conseguir mayoría absoluta para tener fuerza moral (algo que desconocen) en el Congreso de los Diputados en Madrid, donde por entonces, si estos delincuentes del PNV no incumplen de nuevo la ley, deberá encontrarse el eusko-plan para su aprobación por las huestes anti PP.
El talantudo de ZP (no, eso ya lo he dicho antes). Un tal Rodríguez (exacto), el mismo que le da la medalla al mérito militar a Bono por no se sabe qué, tampoco se ha pronunciado respecto a la declaración de Ibarreche. Al de la sonrisa facilona (el otro día le vi serio atendiendo a Chirac y me pasmé) le da lo mismo ocho que ochenta. Está claro que el impulso que toman los nacionalistas para saltar fuera de España no va con un presidente celestial. ZP no necesita la ingravidez espacial para mantenerse flotando en esa atmósfera de despreocupación y candidez que quiere contagiarnos a todos, atmósfera en la que los problemas no existen si no se nombran. Y si se nombran, de inmediato se contradicen reiteradamente hasta marearnos.
Propongo un escote entre todos los ciudadanos con sentido común para sacarle al talentudo (¡cachis!) un billete de ida a la ISS. Allí, cuando llegue y se instale, que alguien cierre la puerta por fuera y tire la llave hacia el espacio profundo.
¡Jope! Al final me he pasao del folio. Lo que más rabia me da es que luego no me leen por abundoso.
Artículo publicado el 31 de mayo de 2004
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