viernes, 24 de noviembre de 2017

La entrevista


Hace casi dos semanas que no me ocupaba de ese político que perdió las elecciones en Cataluña pero que llegó al poder mediante una jugada a tres bandas en la que el PSC, atiborrado de votos charnegos, está demostrando que es perfectamente posible gobernar contra sus votantes siempre que controle, como lo hace, ciertos medios de prensa.

Uno de esos medios vasallos, El Periódico de Catalunya, el domingo pasado le dedicó a Maragall, portada incluida, nada menos que siete páginas-sábanas, con profusión de fotos y actitudes solemnes de los periodistas que parecían entrevistarle, cuando en realidad más bien se limitaron a escuchar su discurso o es que en realidad son muy malos a la hora de redactar la información, puesto que no figura ni una sola de las preguntas. Ya no hablemos de cuestiones en las que la repregunta era de cajón. Luego, eso sí, en el editorial y las columnas adjuntas los periodistas añadieron loas y parabienes hacia el entrevistado.

He repasado algunas de las manifestaciones de Maragall, reconozco que con cierta mala uva por mi parte, y he advertido que, de entrada, este señor afirma algo que no es cierto: Estamos en una situación muy nueva. Hasta ahora, la tendencia natural de la política española era que el Gobierno de Madrid, de derechas o de izquierdas, pactara con los nacionalistas catalanes y vascos. Ahora es la primera vez en que esto no es así.

A Maragall no le basta con que la situación sea nueva, para él es muy nueva. Una frase que me recuerda a quien define la gestación y dice de la señora que está muy embarazada. En cuanto a la tendencia natural de la política, casi me parto de risa al leer la opinión del prohombre, tan frivolonsilla. Se pactaba con los nacionalistas, señor mío, cuando no había más narices, sin tendencias naturales o artificiales. Y eso ocurrió mientras ninguno de los dos grandes partidos logró mayoría absoluta, que sí se produjo en tres legislaturas. Ahora, el PSOE ha realizado un multipacto aberrante con todo bicho viviente por imposición, precisamente, de ese PSC que pacta no ya con el nacionalismo, sino directamente con el separatismo. ¿Ha sido una tendencia natural?

El Periódico destaca en su titular de portada la siguiente frase de Maragall: En España se admite que los catalanes tengan una participación en el Gobierno, pero no que manden. Si hacemos una relación de presidentes de la República, presidentes del Gobierno y ministros, Cataluña posee, sin duda alguna, el porcentaje adecuado de representantes en el poder, incluido ese Narcis Serra que fue ministro y vicepresidente durante tantos años. Otra cosa es que Maragall, como nacionalista que es aunque no lo admita (por sus obras los conoceréis), tenga una idea de España gobernada desde Cataluña tal y como proponía su admirado Prat de la Riba. Esa España sí le valdría, y además es la que busca.

A continuación, el prohombre nos suelta otra frase sin desperdicio: Está implícito que cuando la Constitución distingue entre nacionalidades y regiones se refiere a que las primeras son aquellas comunidades que, como Catalunya, Euskadi y Galicia, aunque no las cite directamente, habían aprobado en el pasado sus estatutos de autonomía. Todo esto ha dominado estos 25 años

Hay que tener mucha caradura para soltarnos hoy, después de casi 25 años de estatutos, semejante letanía fascistoide. Maragall probablemente no sabe, o no quiere saberlo, que la Constitución española de la II República, santo y seña de los rompepatrias actuales, en todo momento hablaba de regiones o de región autónoma, pero jamás de nacionalidades, término incluido en la Constitución del 78 para contentar candorosamente a esos nacionalistas que han demostrado no satisfacerles nada que no sea la independencia.

En cuanto a los estatutos que cita el susodicho, dos de ellos apenas duraron media hora, el catalán y el vasco; el tercero, el gallego, ni siquiera llegó a entrar en vigor. De acuerdo en que todos quedaron colapsados a causa de la Guerra Civil y posteriormente de la nefasta dictadura franquista, pero también se paralizaron otros proyectos de estatutos que la Constitución republicana permitía conforme al Artículo 8º del Título primero: El Estado español, dentro de los límites irreductibles de su territorio actual, estará integrado por Municipios mancomunados en provincias y por las regiones que se constituyan en régimen de autonomía

Dos pequeñas perlas de Maragall para terminar este comentario y no ser demasiado pesado, pues es tal el cúmulo de despropósitos que puede leerse en El Periódico, que darían no ya para 7 páginas, sino para 70: Es importante la historia, de dónde venimos, pero yo soy del patriotismo del futuro y no del pasado. Naturalmente, por eso te cansaste de hablar de la mega región de la Antigua Corona de Aragón. Desde luego, este hombre es capaz de hacer lo blanco negro en cuestión de minutos y quedarse tan fresco en pleno verano.

Respecto a la obra de Jordi Pujol, Maragall afirma: El balance global es positivo, pero la última etapa ha sido desastrosa, una gran pérdida de tiempo. No hay nada más natural que considerar desastrosa una etapa en la que nuestro prohombre chupaba banquillo y se desesperaba por llegar al poder. Lo positivo del balance global debe ser ese 85% de nacionalismo, o votos al nacionalismo, que hoy existe en Cataluña gracias al adoctrinamiento intensivo con el que el desastroso Pujol castigó durante 23 años a los catalanes. Adoctrinamiento que el actual mandamás de la Generalitat no ha considerado conveniente destacar en la entrevista, puesto que su política no sólo no evita el método de Pujol, sino todo lo contrario. Ahora existe la inmersión lingüística incluso en las escuelas de adultos donde se enseña a leer a nuestros abuelos. Decisiones sabias de ese PSC que gobierna, como se dijo al principio, contra sus votantes.

Artículo publicado el 19 de julio de 2004

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