jueves, 6 de diciembre de 2018

El caso del interventor y la PDA


Acostumbran a ser las jornadas electorales pródigas en sucesos anecdóticos o jocosos, no en vano somos muchos los españoles que acudimos a las urnas y es el nuestro un país muy dado al lance inesperado, la juerga y el cachondeo. 

Documentos de identidad que caen dentro de las urnas, miembros de mesas electorales que se personan en las mismas en estado de embriaguez, desmayos varios en el momento de depositar el voto, votantes que no aparecen en las listas (mi caso sin ir más lejos: es lo que tiene buscar Gerra en vez de Guerra).

De existir un premio al personaje protagonista del suceso más curioso de la pasada jornada electoral, este año el galardón sería adjudicado sin discusión alguna. Con la particularidad de que tamaño reconocimiento llevaría anejo, con carácter extraordinario, el título honorífico de “Zoquete Integral en Grado Superlativo”. Les cuento la historia.

Línea de la Concepción, Cádiz. Colegio Andalucía. Diez de la mañana del domingo 22 de mayo. Todo dispuesto para proceder a la preceptiva votación: constituidas las mesas electorales; las urnas limpias e inmaculadas; alerta los incorruptibles interventores de las distintas fuerzas políticas para velar por la pureza del proceso democrático; garantizado el mantenimiento de la ley y el orden por la presencia de los agentes de la autoridad, debidamente engalanados para tan festiva ocasión. 

Pero, hete aquí, que un turbio suceso vino a quebrantar la tranquilidad predominante hasta el momento, pues se percata en tan fatídica hora (10:00 AM) un agente de la Policía de la alevosa sustracción de su moderna PDA, valorada en 470€. El agente, al que se puede criticar su descuido tanto como alabar su perspicacia y sagacidad, en ejemplar aplicación del método deductivo pronto llegó a la conclusión de que el responsable de la fechoría habría de ser probablemente el único sujeto que había estado en las cercanías del artilugio sustraído. 

Iniciada la caza del hombre, no tardó ésta en rendir brillantes frutos. Localizado el personaje, trocó inmediatamente su condición de sospechoso por la de acusado: tras el correspondiente cacheo, se descubrió que llevaba encima la PDA de marras. Felizmente resuelto el caso, morrocotudo fue el pasmo general cuando se descubrió que la presencia del torpe ratero en el colegio electoral obedecía a su condición de interventor del PSOE: el partido de los cien años de honradez, ya saben. Ocioso es señalar que el detenido no pudo seguir ejerciendo su democrática tarea (la de interventor) al ser conducido al calabozo de la comisaría. A Dios gracias, el resto de la jornada electoral se desarrolló con absoluta normalidad.

Desconozco la pena que pueden imponerle al interventor amigo de lo ajeno, y habrá de ser la autorizada voz de don Carlos J. Muñoz, que es quien sabe de estos asuntos (de asuntos legales digo, no de sustraer bienes al prójimo), la que me aclare este aspecto. Yo espero que sean benevolentes con él, aunque no se lo merezca: es tan zoquete y es tanto lo que me ha hecho reír que incluso le he cogido cariño. 

Autor: Rafael Guerra
Publicado el 23 de mayo de 2011

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