sábado, 3 de noviembre de 2018

Samaranch

Juan Antonio Samaranch (RIP).

A mí me gustaba el personaje. Más que nada, porque se le veía la clase a distancia, la buena crianza. Y “todo eso” que te permite parecer  un santo, o sea, culto, viajado y desemboinado, aunque fueras un hijo de la Gran Bretaña, que parece que no es el caso, o eso dicen.

Eso sí, falangista. Lo mismo que la ascendencia de Barreda,  Bono, Bermejo, etc, segundones de lo azul, cuyos correligionarios irredentos serán malditos, por los siglos de los siglos, amén, por mantener en la memoria a los que no se dejaron matar, por las buenas, por los “chicos de la gasolina” del Frente Popular, entonces, y ningunear por el mayordomo de Botín, ahora.

Y es que hay tres clases de falangistas, a saber: los que aprecian lo que es estar en el machito, sean cuales sean las circunstancias, los que se pasan el machito por el forro de los caprichos, sean cuales sean las circunstancias, y los que, como el personaje, se buscan las circunstancias fuera del machito patrio.

El caso es que Don Juan Antonio, Juan por el Apóstol y Antonio por el Fundador, es venerado por todos, porque a todos colmó.

Descanse en paz.

Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 23 de abril de 2010

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