jueves, 22 de noviembre de 2018

Qué clase de sabiduría se encierra en la abstención


Hay un dato preocupante en las encuestas de las próximas autonómicas catalanas: Se prevé una participación del 50%, que ya veremos si se alcanza. Es decir, supondría el récord absoluto de abstencionismo. Lo que traducido a un lenguaje comprensible quiere decir que los votantes no radicalizados, ajenos a esos separatistas que nunca dejan de acudir (entre los que incluyo a CiU, por supuesto), tienden a quedarse en su casa al considerar una pérdida de tiempo la asistencia a unas elecciones amañadas. Ojo, no hablo de ningún pucherazo en las urnas, sino de las numerosas trampas originadas a través de varias décadas de lavado de cerebro durante las que jamás ha cesado la orgía a favor de todo lo identitario y en contra de cualquier idea que simpatice con España. Dicho en una simple frase: Aseguraría que no pocos creen que esta vez tampoco serán unas elecciones libres, sino mediatizadas por el despótico mar de fondo del Régimen.



Lo aclaro un poco más: El hecho de que muchos votantes hayan considerado que las autonómicas no van con ellos, dando lugar casi siempre a participaciones bastante bajas, ha creado finalmente el círculo vicioso de la abstención versus nacionalismo: No voy a votar porque ganan siempre los mismos. Semejante postura, al haberse extendido a una capa enorme de la sociedad catalana, es la que ha consolidado el Régimen imperante y propiciado que el nacional-separatismo (no confundir con el catalanismo, que me parece muy respetable), entre cuyos cómplices cabe incluir al PSC de Maragall y Montilla (el primero por vocación y el segundo por interés), llegase a alcanzar casi el 90% de los diputados. Unos diputados que promovieron, ¡oh casualidad!, ese nuevo Estatuto que al decir de ellos era un clamor popular, cuando en realidad apenas interesaba a unos pocos, como luego se demostró al ser aprobado por un tercio del censo. Y eso a pesar de la propaganda a favor, tan machacona y de todos los medios regionales. 

Mi impresión es que los abstencionistas catalanes han incurrido siempre en un grave error, de ahí que considere una mala noticia el dato de esas encuestas que ahora predicen un 50% del voto. No todos los partidos políticos son iguales, eso es evidente, puesto que aún hay formaciones que apuestan por la libertad, como sería el caso claro y admirable de Ciutadans, entre otros. Si muchos de esos votantes se animasen a la participación, pongamos hasta alcanzar un 70% del censo, y además se decantaran por escoger papeletas claramente no independentistas, los nazis en Cataluña recibirían un buen estacazo electoral, aunque ganasen, y les sería imposible seguir en la misma línea opresiva. Podría ser el inicio para que en esa comunidad comenzara a respirarse algo de aire fresco.

Dicen que el pueblo es sabio, si bien yo no soy capaz de ver qué clase de sabiduría se encierra en la abstención de quienes se verán afectados, en mayor o menor medida, por el resultado de las urnas. He meditado largamente sobre este tema, lo reconozco; cuanto más lo hago, más insondable lo encuentro.

Autor: Policronio
Publicado el 27 de septiembre de 2010  

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