martes, 30 de octubre de 2018

Gómez

Gómez.

Gómez se ha embolsado 10 kilos de las antiguas pesetas. Guay.

Gómez ha escrito un libro sobre terrorismo islamista, faceta en la que se ha convertido en un acreditado experto a partir de dictar una sentencia que ignora la prueba principal.

Gómez afirma, como micro sinopsis del libro, que 'No destruirán nuestra libertad'. Cuando la libertad, y es algo que sabe más de uno, no es posible alcanzarla sin que medie la verdad.


Gómez es un juez en ejercicio, o magistrado, que es como denominan a esos miembros de la judicatura que ejercen un rango superior, es decir, los que mayor ejemplo deben dar al no posicionarse a favor de parte. O descaradamente en contra, si de islamistas se trata.

Gómez ha publicado su panegírico sobre una justicia española, de la que forma parte, que él ve así de sonrosada: ‘España se ha convertido en modelo de lucha contra el terrorismo islamista sin recortar derechos y libertades’. Y sin considerar todas las pruebas, cabría añadir.

Gómez, si presidiera un tribunal en cualquier país con auténtica separación de poderes, jamás podría volver a instruir una causa, o a juzgarla, porque cualquier terrorista con dos dedos de frente se declararía musulmán y pediría la recusación del juez. Y ésta sería aceptada vistos sus antecedentes digamos... literarios.

Gómez no parece valorar demasiado que un juez dispuesto a enriquecerse, sea impartiendo cursos subvencionadas por un banco, sea recibiendo los millones de diez en diez por unos libros a pachas con la legítima —libros que nadie va a leer—,  supone la antítesis de todo juez independiente.

Claro que en los tiempos que corren, asesinado Montesquieu por la camarilla guerrista de don Alfonso, hablar de justicia y de independencia resulta tan dificultoso como mezclar el agua con el aceite.

¿No, Gómez? Guay. 

Autor: Policronio
Publicado el 17 de marzo de 2010

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