sábado, 29 de septiembre de 2018

Policronio y Carlos J. jamás pelearán por el agua

Conducciones del trasvase Tajo-Segura a su paso por la huerta de la Vega Baja (Alicante)

No tengo por menos que agradecer a mi compañero y amigo Policronio, el que, abandonando todo atisbo de comodidad, se haya desplazado a la capital murciana, con objeto de poner a caldo al Presidente manchego, Barreda, a cuenta de la desquiciada reforma de esa cosa llamada Estatuto de Castilla-La Mancha, y que, dicho sea de paso, me la reflanflinfla. Aunque a aquel, no tanto y hace muy bien.


El Estatuto CM me la reflanflinfla. Así como su reforma, poco más o menos, lo que pone, más, lo que deja de poner, idem, su preámbulo, libros, si los tuviere, títulos, capítulos, secciones, todo me la reflanflinfla. Todo, menos el tema del agua, que da la casualidad que no es un asunto estatutario, si no de vertebración de la Nación que, visto lo visto, les importa un huevo a los que tan ricamente viven de narices de nuestros impuestos, o sea, a nuestra costa. De los del pimiento y de los del vino.

No voy a ocultar que me fastidia que el Levante reciba agua del Tajo y que la provincia de Ciudad-Real no reciba agua de ningún sitio, sea del Tajo o sea de donde la hubiere. Pero a ello contribuyeron decisivamente los parlamentarios nacionales del Partido Socialista Obrero Español –lo pongo con todas las letras, para que no haya duda– que esta provincia y las demás de la región mandaron al Parlamento español, para decir amén a la derogación del Plan Hidrológico Nacional, alabado y consentido por Pepe Bono, el gran traidor, y al Estatuto de Cataluña. Gravemente perjudiciales para nuestros intereses como región y Nación en su conjunto.

Y todo lo demás son fuegos de artificio, entretenimientos y ganas de desviar la atención. Porque el problema, y nunca lo ha sido desde este lado del acueducto, no es el trasvase Tajo-Segura, el problema es considerar intocables los ríos de la España húmeda, empezando por el Ebro, el gran río, con problemas de desbordamiento a poco que llueve o nieva más de la cuenta. Y ello es inasumible y cabreante para los de aquí y para los de allí. 

Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 19 de marzo de 2009

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