De paseo por el Polo Norte. |
Desde hace más de veinte años, invariablemente, todos los primeros de mes me viene la visita de las hermanitas de los pobres. Ya he conocido dos generaciones de hermanas, pero la conversación es la misma: “Que Dios se lo pague”, “Con una buena mujer”, digo yo, “y hacendosa” me responde la portavoz, “y si puede ser, que sea guapa y bien dotada, en beneficio de lo del creced y multiplicaos”. Las hermanitas se me ríen y me regañan, todo a la vez. Mujeres, al fin y al cabo, mientras se despiden hasta el mes siguiente, que los pobres no están a régimen.
Que Dios me lo pague entra dentro de lo probable, ahora bien, que sea con una buena mujer, hacendosa y guapa, dependerá de mis méritos. O sea, que a Dios rogando y con el mazo dando, fiandome, por lo que me conviene, más del mazo que del ruego, sin temor a caer en blasfemia, por que digo yo que Dios tendrá cosas más importantes de las que ocuparse, antes que de asignarme la mujer que me estará riñendo hasta el final de mis días, destino invariable de todo santo varón. Con Eva cumplió bien cumplido. Y vista la faena que la primera madre le hizo al primer padre, en su infinita sabiduría, digo yo, que desde entonces se abstiene de andar en alcahueteos.
Cosas de la religión vieja, de las que, indudablemente, habrán de aprender los acólitos de la nueva religión cambio climática por el calentamiento de todos los siglos, amén, si no quieren verse como se ven estos crédulos: "un grupo de científicos británicos que se han desplazado al Polo Norte para estudiar el calentamiento global están viendo su misión seriamente amenazada por el frío".
De haber aprendido la referida máxima, a Dios rogando y con el mazo dando, a buen seguro que en su equipaje, los referidos expedicionarios hubieran echado algo más que cremita para el frío. Que si bien te sirve para protegerte de la brisa que corta o araña el cutis, nada puede hacer frente a un airazo que te arruga los …. . Pues ello.
Y lo peor del caso, es que, al contrario que Ícaro, del que bien pudiera predicarse que fue el primer mártir del calentamiento global, a los inocentes expedicionarios solo les cabrá el honor de darse por aludidos, cuando esto se acabe con bien y en fiestas sanfermineras tengan la oportunidad de escuchar lo que se dice en estos casos: “si te ha pillao la vaca, jodeté, jodeté….”.
En fin, que los traigan pronto a casa y que las mediciones del hielo las hagan los romanos, que tienen pecho de lata.
Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 21 de marzo de 2009
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