![]() |
¿Dónde está Zapatero? Ni está, ni se le espera, puesto que los grandes mandatarios lo consideran un paria molesto. |
En la última década, la valoración que los españoles hacemos del Gobierno, y muy especialmente de su presidente, acostumbra a ser de carácter maniqueo. Sucedió así en la etapa Aznar, a pesar de sus muchos aciertos, y está sucediendo en el caso de Rodríguez Zapatero, sobre el que apenas es posible percibir medias tintas: O bien es el más brillante estadista de nuestra democracia y todo un líder mundial, al decir de su fieles, o, sencillamente, cumple varias condiciones para ser considerado un sujeto indeseable al que es preciso expulsar cuanto antes de su cargo. Quienes hayan leído algunos de mis artículos referidos a él, no dudarán en advertir que me posiciono en el segundo grupo. Y por lo tanto me encuentro implicado de lleno en lo maniqueo. Creo, no obstante, que no lo hago a la ligera, sino tras más de un lustro de reflexión y después de haber escrito cientos de páginas al respecto, muchas de ellas insertadas en esta Web.
Estoy convencido de que tanto en un caso como en el otro, es decir, tanto en la era Aznar como en la presente legislatura, no hay más un responsable máximo de esa bipolaridad en la que se ha instalado la sociedad española: Zapatero, un individuo que no supo estar a la altura de las circunstancias cuando era jefe de la Oposición, dedicándose ávidamente al uso de la propaganda y la agitación callejera en relación a cuestiones que podían haberse solventado en el Parlamento, y que al frente del actual Gobierno ha demostrado una radicalidad tal, con medidas manifiestamente arbitrarias y retrógradas, como el nuevo estatuto de Cataluña o la ley denominada de Memoria Histórica, que ha hecho imposible que media España le secunde. Bien al contrario, los que comenzamos a dudar seriamente de él antes de que accediese al poder, hemos visto confirmadas y aun aumentadas nuestras peores sospechas. Zapatero es, por utilizar una sola expresión que lo defina, un tipo nada fiable y el mayor de los mentirosos.
Se dirá que yo no puedo opinar de distinto modo al hallarme posicionado entre las personas que lo detestan como político, y que de cuanto he escrito se deduce que lo considero una lacra de lo más dañina para la sociedad española. Y es bien cierto. Incluso mi actual ideología, que procedente del socialismo militante ha ido evolucionado hasta el liberalismo conservador, me impide ser la persona adecuada para emitir un juicio ecuánime y sin apasionamiento. Lo reconozco. Por eso será mejor dejar hablar a la gente foránea, la no implicada en posibles rivalidades de pensamiento político ni de afecto directo a la nación española, que es lo que Zapatero no posee y una de las causas, la falta de sentimiento patriótico, por la que ha convertido en puro egoísmo el cargo que le prestamos hace cuatro años.
Uno de esos foráneos cuyas decisiones definirían lo que se piensa por ahí de Zapatero podría ser el primer ministro británico, Gordon Brown, personaje que además comparte con el "bobo solemne" -no se me ocurre mejor sinónimo de ZP-, al menos en teoría, la filosofía socialista del Estado del bienestar, modo de definir mediante un eufemismo de valor antónimo a ese Estado rebosante de capacidad para controlarnos la vida y fogoso benefactor de los grupos afectos al poder. Claro que el Premier Brown practica un socialismo moderno y bastante práctico, sin que por cuestiones partidistas se le haya ocurrido enfrentarse jamás -ni él ni su antecesor- a la población de medio Reino Unido. Y sin que a ambos dos, Blair y Brown, les haya temblado el pulso a la hora de suspender parlamentos regionales en actitud poco leal respecto a la ley. No como el socialismo bronco de ZP, acérrimo opositor a cualquier idea de consenso con la derecha, a la que ha maltratado cuanto ha podido durante las dos últimas legislaturas, señalándola retorcidamente como enemiga a destruir -único modo de mantener movilizadas a sus bases-, y que en definitiva recuerda al socialismo turbulento de principios del siglo pasado. Así, pues, que quede claro que el socialismo mezquino, ramplón, envidioso, trasnochado y revanchista sólo es posible encontrarlo en España y en algunos de esos estados populistas de Sudamérica, pero no en el Reino Unido.
El británico Brown -y junto a él Sarcozy y Merkel- tiene en marcha dos importantes proyectos que trata de consensuar con los principales líderes mundiales, entre los que por supuesto no se encuentra Zapatero: 1) Ampliar en otros cinco países más los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, que como es lógico sería una forma de no dejar al margen de decisiones importantes a algunas naciones de peso, y 2) la oficialización de lo que se ha venido denominando el G8+5, que es el grupo de los ocho países más industrializados y otros cinco escogidos de entre los que siguen. Para la ampliación de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad se barajan los nombres de India, Japón, Alemania, Brasil y un país africano por determinar, que probablemente sería Nigeria.
En ningún caso se le ofrece esa opción a España ni a ningún otro estado de su supuesta área de influencia hispana en América, como podrían ser Argentina o Colombia, por ejemplo. Lo que significa que si por el volumen de nuestra población no es probable acceder a ese ranking de pesos pesados, sí al menos por nuestro ascendiente en otras naciones del continente hispanohablante. Pero no, ni cuenta para nada esta última idea, ni el actual gobierno ha querido defenderla ante los que ahora toman la iniciativa de marginarnos. Una defensa que al menos podía haberse planteado, con objeto de elegir a un representante común que se emparejase con Brasil, en esa reciente Cumbre Iberoamericana protagonizada groseramente por los amigos social-populistas de ZP. Sencillamente, no le interesa el tema al individuo que ahora manda y que prefiere vivir al día, pendiente de una sociedad española deshilachada que le queda muy grande, y para el que si acaso es una molestia tratar de neutralizar que nos ignoren. Mejor, parece decirse, así nos quedamos más tranquilos y felices para dedicarnos de lleno a las fechorías domésticas.
Aseguraría que existen dos razones para que se margine a España de un modo tan descarado: a) Porque a Zapatero se le considera un tipo nada fiable, como dije antes, al que se le cree capaz de eternizar los problemas del Consejo de Seguridad, cuando no de crearlos gracias a la presión de sus amigotes islámicos de la Alianza de Civilizaciones, y b) porque su mayor influencia -que a veces sólo sirve para que se pitorreen de él- la posee precisamente con los déspotas americanos, representantes de un tipo de régimen político del que en la ONU andan sobrados de miembros. Y es que la propaganda zapaterina nos está vendiendo una especie de líder planetario, marca top-manta, que bastantes incautos han comprado, pero fuera de España muchos saben de sobra que aquí quien lo dispone todo es un radical desequilibrado y rencoroso, ajeno a cualquier valor demócrata o patriótico, y que su ministro de Exteriores, para más inri, es un incompetente de nivel cinturón negro, décimo dan.
En cuanto a nuestra incorporación a las cumbres del G8, grupo al que en la etapa de Aznar nos faltó muy poco para integrarnos al haber superado el PIB de Canadá (supongo que en la actualidad hemos descendido ese peldaño), digamos que ahora no sólo se ha alejado la opción de asistir a ese tipo de cumbres, que es donde se decide la verdadera política económica del planeta -en ocasiones algo más que la economía-, sino que además nos alejamos del grupo de las cinco economías invitadas, y ello a juzgar por la propuesta que Brown -entre otros mandatarios- ha difundido mediante lo que se conoce como el "Proceso Heiligendamm", en el que se habla de incorporar a Brasil, China, India, México y Sudáfrica. Bien, pues como es sabido España ocupa la posición 9 entre los países más desarrollados, mientras que Brasil se sitúa en la 10, bastante alejado, India en la 12, México en el puesto 13, a dos tercios del PIB de España, y Sudáfrica en el 28, con una quinta parte del PIB español.
No quiero apuntillar demasiado sobre lo que son datos estadísticos (relativos a 2006 y que supongo no demasiado diferentes en la actualidad), ya que podría írseme la mano acerca de lo que se opina por el mundo de Rodríguez Zapatero, desde la fracasada Merkel hasta el rival de la socialista Segolene, de la que nunca más se supo tras su debacle ante Sarcozy. Desde luego, con Aznar en el Gobierno de España sería inconcebible que algo así pasase: acabar relegado por todos. Sí quiero finalizar con un breve corolario: O el pueblo español se deshace en las urnas de Zapatero o este hombre, al que los líderes mundiales lo tienen más que calado y con el que no cuentan para nada, nos llevará a la ruina económica y al mayor de los desprecios de los países importantes, con o sin "corazón de Europa" al que incorporarnos. Y eso sería así, siempre y cuando lograra mantener la unidad territorial de España en el caso de que fuese elegido para un segundo mandato. Y digo bien lo de "unidad territorial", porque la unidad afectiva se va degradando a ojos vistas y ya casi no existe en varias de nuestras regiones.
En resumidas cuentas: Rodríguez Zapatero se ha convertido en un paria allende nuestras fronteras, y con él los españoles. En las cumbres no lo quieren ni como bulto sospechoso, ni siquiera en las de la Unión Europea que no son de rutina -pronto habrá una entre Alemania, Francia, Reino Unido e Italia, con motivo de la actual crisis económica, a la que no ha sido invitado-, en las que si acaso es tolerado porque no hay otro remedio y porque resulta fácil de contentar, al ceder sistemáticamente, "como sea", en perjuicio de nuestros intereses.
Autor: Policronio
Publicado el 24 de enero de 2008
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios moderados.