martes, 28 de agosto de 2018

Quince de Agosto: “El día que se acaba la calor”

Silueta de un grupo de "titiriteros". También puede valer esta otra definición: manifestación orgiástica de la gentuza de la ceja, es decir, los fulanos/as que durante más de dos años se echaron cada semana a la calle o apoyaron a Zapatero llevándose un dedo arquerado a lo alto del párpado. 

Yo pensaba que a la vuelta de mi paseo matutino tendría que dar codazos para abrirme paso entre la manada de unos laici-progres que, todos a una, como Fuenteovejuna, se dirigirían  a sus puestos de trabajo, en indignada protesta por la enésima imposición de la Iglesia Católica, carca y reaccionaria que, por sugerencia de un Rouco iluminado por la lucecita de El Pardo, les impide trabajar para el Zapaterismo, con severa advertencia de excomunión, el día quince de Agosto, día de la Asunción de la Virgen. Con lo bien que se trabaja al fresquito.


Yo creía, ingenuo de mí, que la cosa esa del laicismo era algo que se llevaba por bandera todos los días del año, incluso en fiestas de guardar, o sea, como el pacifismo “no a la guerra”, titiritero y pancartero, que parecía, sólo parecía, que valía tanto para ponerle flores a los cañones de los fusiles de asalto M16 como a los AK47. Dicho de otro modo: que ya pueden esperar sentados los georgianos. Pues ahora que lo digo, no hay mal que por bien no venga: cuanto más lata dan los cazabombarderos rusos, más calladitos están los titiriteros de pancarta, canon y nunca mais. Serán cuestión de hablarlo con Putin. 

El caso es que, como el día de la Purísima, el de Navidad, la Epifanía, Viernes Santo y el de la Virgen del Pilar, en la madrugada del día la Asunción los únicos “laicistas” que he visto no iban precisamente a trabajar. A no ser que entendamos por trabajar, poner el hígado a pleno rendimiento mientras se dibuja la marca del zorro en los cuatro carriles, cuatro, de la Avenida del Ferrocarril, mediana incluida. Y a cuatro patas, que ya tiene mérito lo suyo.

No obstante, esto va a ser cosa de ponerle un nombre adecuado, o sea civil, al día en que los culipardos, y también los talaveranos, celebramos con gozo el día de la Virgen del Prado, como los madrileños el de la Paloma. Más que nada, para que nuestros convecinos matacuras no tengan que agradecerle nada a los idem, y no les pese sobre su conciencia laica y progre, el hecho de escaquearse a cuenta de Rouco. 

Por tanto, a falta de equinoccios y solsticios que pillan un poco a trasmano, sugiero a los laici-progres que celebren el presente día como el “Día de la Rebequita” o mejor, “El Día que se acaba la Calor” que, como todos ustedes saben, dura de Virgen a Virgen. 

Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 15 de agosto de 2008

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