Javier Bardem |
Si bien no me queda mucho para llegar a la apostasía como consecuencia de un Laporta que se ha empeñado, a golpe de nacionalismo recalcitrante, en excluirnos a algunos aficionados del club que preside, debo confesar que aún me considero del Barça. Mamé esa afición desde bien pequeñito y encima el afecto hacia lo "blaugrana" me viene de familia. Pero ello no obsta para que me alegre cuando el Madrid gana en Europa, o el Bilbao -que ya ni me acuerdo cuando ganó la última vez-, o el Depor..., pongamos por caso.
Sí, reconozco que soy un barcelonista atípico de los que quiere a papá, a mamá y también a otros miembros de la familia, siempre y cuando no deban enfrentarse entre ellos y por ahí fuera consideren -naturalmente los extranjeros- que juegan en representación de alguna ciudad española. No sé cómo llamar a una cosa así, francamente, porque si fuese un culé auténtico debería sentir mucho odio, sobre todo hacia el Madrid, el Espanyol y otros rivales del Barça.
Lo mismo me ha sucedido al enterarme de que Javier Bardem ha ganado el Oscar, ¡leñe, que me he alegrado! No importa si él, su mamá y toda la parentela practican ese comunismo de boquilla según el cual hay que repartir el dinero de los demás, a poder ser en la dirección donde ellos se encuentren, y nunca tocarles la fortuna propia, porque estos comunistoides no es que sean afortunados, que lo son, es que tienen pasta larga y además lograda como consecuencia de unos privilegios “artísticos” que el poder de la izquierda les ha venido otorgando con nuestro dinero.
En realidad, más que cómicos esta gente son farsantes, pero son ¡nuestros farsantes! Luego no puedo despreciarlos como quisiera, ¡qué le vamos a hacer!, y sus triunfos de fuera me alegran. Por lo tanto no les deseo ningún mal, sino más bien al contrario: que triunfen plenamente en USA, nación que ellos, ¡mira por dónde!, sí desprecian y critican a todas horas —salvo cuando están allí, claro—, sin que además le hagan ningún asco a aceptar las regalías que los bonachones yanquis les ofrecen. Sí, lo mejor para todos sería que en Hollywood alcanzasen la gloria, tanto el nene como la mamá, a fin de que no vuelvan demasiado por aquí y nos limitásemos a enterarnos por la prensa de sus muchos éxitos. La democracia y la buena conciencia no les echarán de menos.
Autor: Policronio
Publicado el 25 de febrero de 2008
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