Hace muchos años que el cine español no vive de la taquilla, sino de la subvención a cargo del Estado. Sucedió así muy especialmente en la etapa socialista. |
Con frecuencia he tenido ocasión de comentarles en este blog la opinión que me merecen los integrantes del gremio cinematográfico del país, eso que uno de nuestros habituales contertulios, con gran clarividencia, ha dado en llamar "Titiriterolandia". En alguna de mis intervenciones, asimismo, les he hablado de mi determinación de no volver a ver una película española hasta que no deje de sentirme agredido en mi inteligencia por dicho gremio, sobre todo cada vez que hacen una manifestación "institucional". Pero recientemente me he dado cuenta de que el fracaso de mi iniciativa es palmario.
El pasado día 28, en el diario La Vanguardia, más concretamente en las páginas de la separata Vivir, nos comentaba Martín Zuriaga que "el cine español no interesa a la audiencia en televisión". El artículo citaba como fuente a la EGEDA (Entidad de Gestión de Derechos de los Productores Audiovisuales) y su informe anual "Panorama Audiovisual 2006", en el que nos arroja datos tan significativos como: "Poco más del 4% de las películas [españolas] emitidas en los 13 últimos años superó el millón de espectadores". O bien que para una cadena de televisión "competir con una película española es un lujo que solo se pueden permitir las cadenas que no compiten". Léase: La 2.
Y añade Martín Zuriaga que "tan solo las películas del ciclo de TVE Cine de barrio [casi todas pre-democráticas] consiguieron estar en la lista de las cien emisiones cinematográficas más vistas del año pasado (1). El resto es obra de la industria norteamericana". Está claro que "el desinterés por el cine español también es patente en las salas cinematográficas", situación que han salvado los estrenos de Alatriste, Los Borgia y El laberinto del fauno, que acapararon entre el 36 y el 34% de los espectadores [solamente 3 películas], dándose "la curiosa circunstancia de que estos títulos corresponden a coproducciones realizadas por Telecinco y Antena3 en cumplimiento de la ley que las obliga a invertir el cinco por ciento de sus ingresos en cine".
Vamos, que la situación del cine patrio es tan nefasta, que ni gratis, ni en igualdad de condiciones, ni por la tele, desde casa y en el sofá, a un solo golpecito de dedo índice en el mando a distancia, los españolitos estamos dispuestos a "disfrutarlo". Lo que hace que mi pequeño boicot caiga en la inutilidad más absoluta. De donde se deduce que el cine español es tan malo que no hay posibilidad de hacerle un mayor boicot que el que se hace a sí mismo año tras año. Ante tamaña competencia, cualquier esfuerzo en su contra es baldío.
Entrando a comprar en esos "micro-supermercados" regentados por pakistaníes que surgen como setas últimamente en la Ciudad Condal, podemos ver a los cajeros cómo permanecen absortos ante pantallitas que emiten "peliculotas" de Bollywood (las del "pita-pita-eh", para entendernos). Uno se pregunta cómo teniendo acceso a películas de infinita mejor calidad, una vez llegados al paraíso occidental los hindúes y pakistaníes mantienen su fidelidad a esos extravagantes productos. La respuesta es simple: esas películas son las suyas. Las que consideran propias. Las que les caracterizan. Y por eso les interesan.
Por el contrario, nuestro cine nos es tan ajeno, tan distante, tan "elevado", que ha terminado por dar la espalda a su consumidor en potencia. Y la reacción de éste ha sido responder al desprecio con el desprecio. Así que estoy hecho un lío. Porque probablemente, si levanto mi pequeño veto al cine español, seguiré sin ir a ver cine español digno de tal nombre. ¿Qué hacer?
Autor: Pedro Villa Isorna
Publicado el 4 de enero de 2007
(1)Según el propio Martín Zuriaga, entre las películas de mayor cuota de pantalla del año pasado figuran Vente a Alemania Pepe, en el puesto número 26; Un rayo de luz (44), Vaya par de gemelos (42); El alegre divorciado (43); Los guerrilleros (49); Se armó el Belén> (53); Soltera y madre en la vida (69); Tres de la Cruz Roja (81) o Alejandra mon amour (86).
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