El acto protagonizado ayer por Montilla, en su toma de posesión como presidente de la Generalidad de Cataluña, no se corresponde precisamente con el consabido estreno cinematográfico de cualquier viernes, ni siquiera con la edición número equis de una feria anual por muy importante que sea, se trata de algo bastante más infrecuente y campanudo que en el aspecto político sin duda representa el súmmum para cualquier socialista catalán. Vamos, lo más mejor en cuanto a orgías protocolarias en las que ellos, los socialistas del PSC -la C en negrita-, son la novia en el entierro y el muerto en la boda.
Por eso mismo me ha extrañado mucho que alguien tan por la causa como es ZP no haya acudido a la toma de posesión de su colegi Montilla. Es evidente, pues, que algo así representa un grave ultraje para los socialistas del PSC -la C en negrita, repitamos- y estoy seguro de que debió existir una causa poderosísima que lo justificase. Debo confesarlo, desde ayer mismo no ceso de preocuparme de esa ausencia y hoy no he hecho otra cosa que meditar sobre el asunto. Al fin me ha llegado un informe detallado -siempre hay alguien que piensa más que uno- del porqué ZP ha faltado a una cita que, seguro que para él, era poco menos que sacrosanta. Un sacro y un santo de carácter aconfesional, todo hay que decirlo, pero no lejos de ese rito solemne que los de la Secta -la religión del siglo XXI y siguientes- escenifican aparatosamente siempre que alcanzan algún poder, siquiera sea con un cordobés catalanizado que actuará con las manos atadas a la espalda por Esquerra y el partido de los sandías.
La poderosísima razón de una ausencia tan destacada, tan visible -valga el juego de palabras-, es sin duda alguna de lo más razonable. Resulta que ZP no recurrió en esta ocasión al Ejército, cuyos aviones dicen que malversa a menudo para trasladarse aquí y allá por Europa -siempre que de turismo, conciertos o grandes almacenes se trate-. Por una vez quiso ser honrado y le encargó a la gente de los Premios Ondas, todos ellos coleguillas de la SER, la logística de su desplazamiento a Barcelona. Y claro, el bueno del bobo solemne venga y venga de esperar en Barajas para darle un gran abrazo a su fraterno camarada José Montilla, y nada, que no había manera de que llamasen al embarque por la puerta cuatro.
Y lo que es más, cuando al final los de la SER le dijeron a ZP que ya podía embarcar y fue el muchacho y se acomodó en el asiento del reactor, pues una nueva espera desesperante a bordo -otro juego- y un mensaje final del comandante de la aeronave, en el que venía a decirles a los pasajeros que lo mejor es que se bajasen cagando leches y volviesen a la Terminal, porque llevaba media hora intentando arrancar el motor izquierdo, se había recalentado más de la cuenta -no sé si llegó al rojo- y temía que el aparato entero pudiese volar por los aires -valga el nuevo juego de palabras-. Así que ZP, en vistas de que era el motor izquierdo el que fallaba -¡qué no sabrá él de fallos en la izquierda!-, resolvió volver temporalmente a la Terminal y ordenar el traslado de su séquito a Torrejón, donde al menos con algún acompañante más podrían tomar un Falcon del Ejército que les llevase a tiempo hasta El Prat.
Pero, mira por dónde, resulta que la jardinera de Barajas, que es como llaman los de Iberia a esas guaguas que mueven a los pasajeros por las pistas, también se averió a mitad de trayecto -supongo que del motor izquierdo- y dejó al grupito fuera de juego. Y ahí fue cuando el bobo solemne tomó la decisión trascendente y se dijo a sí mismo: "Está claro que soy un gafe. Será mejor que Montilla se las arregle sin mí, porque a este paso llegaré a Barcelona y ya se habrán convocado las siguientes autonómicas".
Moraleja: Nunca dejes la logística en manos de la SER, ese grupo social-polanquista al que le ratea el motor izquierdo. Y mucho menos si tienen que asistirte los de la brigadilla de los Premios Onda. Te expones a hacer el ridículo, además de a que te engañen y desde luego a no asistir a la "jura de bandera" de los amontillados.
PD: Naturalmente, hay otras causas posibles para que ZP no asistiese al acto en cuestión. Esas causas, digamos que bastante más reales y probablemente emparentadas con el enfado, son las que dejo para que sean otros los que las destaquen o insinúen.
Autor: Policronio
Publicado el 29 de noviembre de 2006
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