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| Zapatero y Sonsoles, disfrutaron como nuevos ricos, sin reparar en medios (eso sí, del Estado), de cuantos lujos podía ofrecer el poder que el presidente detentaba. |
-Sabes qué, nenita, he estado pensando y voy a mandar ahora mismo a Rubalcaba a Senegal y a la canija a Finlandia -le dijo ZP a su Sonso, aprovechando una de esas raras ocasiones en las que la presidenta consorte emergió de la piscina oceánica de La Mareta.
-¡Qué horror! -Exclamó angustiada la Sonso, ante la posibilidad de que su marido alejase a semejante distancia a los dos hombres de confianza del mayor estadista que han dado los siglos-. Mira, José Luis -prosiguió la sirena de secano (nacida en Ávila y criada en León)-, que tú eres demasiado bueno y necesitas a alguien cerca de ti para que te recuerde que eres mortal. Todo lo darías si el calvo no insistiera tanto en comentarte que la generosidad empieza por uno mismo.
-Pues claro que tengo en cuenta la generosidad para con nosotros mismos. Si no fuese así, no nos habríamos instalado en este palacio que tanto te gusta. ¡Buenooo, para echarnos de aquí, donde vendremos cada año si Dios quiere, primero tendrán que desalojarme de La Moncloa! Y no veo yo que el blandito y derechón Rajoy tenga lo que hay que tener.
-José Luis, ¿pero tú no eras ateo? -preguntó extrañada la Sonso, mientras le entregaba las botellas de oxígeno a uno de los buceadores de la Guardia Civil.
-Y lo sigo siendo, nenita, pero ya conoces mi maestría en el uso de frases rotundas, sobre todo si a nada comprometen. Y si Dios quiere es una de esas frases que te hacen quedar bien. Hasta Carrillo invocaba a Dios en el Congreso y la derechona le reía la gracia. Además, volviendo al tema principal, ¿a ti te gusta este palacio?
-Ya lo creo que me gusta, por eso te pedí que volviésemos.
-Y volveremos todos los años que te apetezca, nenita. ¡Faltaría más! Pero antes hay que solucionar el problema de la competencia, no vaya a ser que se tuerzan los planes.
-¿Qué competencia? ¿Algún hijo del rey ha pedido turno para venir? -Preguntó molesta la Sonso, ante la posibilidad de tener que compartir su residencia veraniega- ¡Ya sólo faltaba que alguien considerara que La Mareta es una multipropiedad! -profirió la de secano, acompañando la frase con un gesto en el que se advertía no poca soberbia de nuevo rico.
-Que no, nenita, que no, que la competencia a la que yo me refiero son esos africanos que van llegando a estas islas y que a la larga podrían causarte algún problema. ¿Tú te imaginas que estés buceando tan ricamente a cincuenta o cien metros de la costa y aparezca uno de esos cayucos cargados de negrazos sidosos y lleguen a tocarte?
-¡Dios mío, qué horror, no podría soportarlo! ¿Y dices que tienen sida?
-Sí, muchos de ellos la tienen, y también otras enfermedades que son corrientes entre los africanos. Pero no te preocupes, si no hubiera suficiente con las patrulleras de la Guardia Civil, mandaría aquí a dos o tres fragatas. Y puedo hacerlo cuando quiera, porque ahora tengo bajo mi mando una unidad de élite del Ejército. Por cierto, nenita, veo que tú también invocas al mismo Dios que yo. Será el Dios de los rojos, supongo, je, je, je. -José Luis no pudo evitar la risita de hiena.
-Entonces... -la de secano dudó. Hacía sus cuentas y algo no le cuadraba- ¿cómo es que mandas a todos esos negros para España?
-Península, nenita, se dice Península. Aquí en las islas Canarias la mayoría aún cree que esto también es España y por lo tanto aquello es la Península.
-Está bien, como se diga, pero no contestas a mi pregunta. ¿Cómo es que mandas a tanto negro enfermo para España?
-Vayamos por partes, querida Sonsoles: En primer lugar, no todos los negritos están enfermos. En segundo lugar, los tenemos ingresados aquí una buena temporada, en cuarentena. Y luego, una vez conocida la condición de cada negrito, pues se les envía a la Península y se les distribuye por las comunidades donde más nos interesa el voto obrero. ¡Y qué mejor obreros y votantes socialistas que los sin papeles, a los que les prometeremos la estancia legal! Y votarán inicialmente en las municipales, luego, con el tiempo, se les facilita la nacionalidad y su voto hará que nuestro poder sea eterno. ¡Son millones! Por eso te dije, nenita, que vendremos aquí siempre que te apetezca.
-¡Eres un genio, José Luis, merecemos todo lo bueno que nos pasa! No quiero preguntarte qué se hace con los enfermos graves o contagiosos, prefiero ignorarlo.
-Lo mismo le dije yo al calvo cuando me sugirió algo sobre determinadas comunidades del PP: Tú sabrás dónde los mandas.
-Pero me queda una duda, José Luis: Si los negritos vienen aquí de acuerdo con tus planes, ¿qué sentido tiene que hayas enviado al calvo a Senegal y a la canija a Finlandia?
-Muy sencillo, nenita, al calvo lo he enviado a comprar una partida de cayucos, que a los negritos se les están acabando. ¡Ah, y para que se haga la foto con la que taparle la boca a la derechona!
-¿Y la canija a Finlandia?
-Finlandia tiene la presidencia de la Comunidad. ¡La canija irá allí a buscar dinero para comprar cayucos, je, je, je!
-¿Pero el Gobierno no tiene dinero? -la de secano no salía de su extrañeza.
-Sí, lo tiene. Pero hay mucha boca que alimentar y los artistas no son baratos. Piensa que sólo un tipo como Almodóvar nos sale cada año por un ojo de la cara.
-Lo tienes todo previsto, José Luis. ¡Merecemos todo lo bueno que nos pasa!
Autor: Policronio
Publicado el 22 de agosto de 2006
Publicado el 22 de agosto de 2006

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