Manuela Carmena, Enric Sopena, y Margarita Sáenz-Díez. |
Resulta sorprendente la falta de nivel intelectual de determinados medios periodísticos de la progresía. Echemos un rápido vistazo al siguiente artículo del diario El Plural (enlace roto): El arzobispado de Madrid, contra la memoria histórica.
Rouco y Rajoy, juntos una vez más. Las que hagan falta.
El arzobispado de Madrid, contra la memoria histórica. A favor de la verdad y contra vuestras mentiras.
El cardenal Rouco Varela ha vuelto a alinearse con el PP. Ya lo hemos dicho. Las que hagan falta.
La derecha eclesiástica, que es mayoritaria en el interior de la Iglesia católica española –lo que no es una opinión, sino una evidencia-, ha arremetido contra el propósito de la izquierda gobernante de recuperar la memoria histórica. La Iglesia, con el recuerdo de sus decenas de miles de mártires.
El suplemento religioso Alfa y Omega, que edita el Arzobispado de Madrid y que publica cada jueves el diario ABC, ha desplegado su artillería histórica -echando mano de tipos como Pío Moa- para cargar contra la II República y para dulcificar de ese modo el golpe militar del general Franco y de sus conmilitones así como los cuarenta años de dictadura. Alfa y Omega es libre para publicar lo que quiera.
El paralelismo entre Rouco y Rajoy evoca de nuevo los tiempos ominosos del nacionalcatolicismo. En la edición de hoy de elplural.com resumimos los argumentos de los historiadores favoritos de Rouco Varela. La Iglesia no va a cambiar de criterio porque lo diga Sopena.
La jerarquía católica aún no ha pedido perdón -salvo algún intento de hace décadas que fue finalmente frustrado- por haber convertido la guerra de 1936-39 en Cruzada de Liberación Nacional. La Iglesia no puede pedir perdón por no dejarse matar más.
Los obispos saludando brazo en alto y llevando al Caudillo bajo palio no son ninguna invención: simbolizan la mezcla blasfema entre la cruz y la espada. Los ritos masónicos si que son blasfemos, Enric.
No sólo no se han arrepentido los máximos responsables de la Iglesia de esa unión escandalosa -que impregnó la vida cotidiana de los españoles durante tantas décadas- sino que continúan anclados en aquel tenebroso pasado. No hay tal escándalo, so sectario. La Iglesia se unió a quienes salvaron las vidas de sus fieles, a quienes les restituyeron sus bienes, permitieron trabajar a la Compañía de Jesús en España, cosa que los sopenistas de entonces no hacían porque les habían expulsado ("democráticamente", eso sí), etc...
Pío Moa sostiene en Alfa y Omega su perversa teoría de que los republicanos y los partidos de la izquierda no eran democráticos. No es una perversa teoría. Es la pura verdad. Ni Casares Quiroga, ni Azaña, ni Largo, ni Negrín eran demócratas.
El académico de la Historia Luis Suárez incluso elogia el franquismo y subraya de forma torticera que “esa Guerra Civil permitió el paso a un Estado que lograría un desarrollo económico, jurídico e intelectual como España no había conocido”. Tiene tal nivel académico Luis Suárez, que lo mejor que puede hacer Sopena es procurar no meter la pezuña con sus comentarios.
Aquellos, por cierto, que me acusan, cuando escribo estas cosas, de atacar a la Iglesia católica, como ha hecho un panfleto reaccionario esta misma semana y como ciertos meapilas o determinados gentuzas repiten por doquier, mienten también. Atacas a la Iglesia desde tu logia del odio. Es patente.
Los dogmas de la Iglesia no incluyen –que yo sepa- que para ser católico o para respetar a quienes lo son o para seguir en lo posible el mensaje de Jesús de Nazaret se deba estar vinculado políticamente a la extrema derecha o, ni siquiera, a la derecha. La Iglesia no obliga a nadie a afiliarse a la extrema derecha. Otra cosa es que se viva obsesionado con ella o que se pretenda montar un panfleto electrónico para (intentar) mezclar a la derecha con la extrema derecha.
Hubo asimismo católicos convencidos en los Gobiernos republicanos: desde Niceto Alcalá Zamora –primer presidente de la II República- a Miguel Maura. Católico era Raimon Carrasco i Hormiguera (sic), cofundador de Unió Democràtica de Catalunya, a quien fusiló Franco por catalanista. Católico era el presidente vasco José Antonio Aguirre. Ya. Alcalá-Zamora y Maura se largaron del cotarro republicano, durante los debates constitucionales, al comprobar que la constitución no respetaba a los católicos. Precisamente por eso. Y respecto al de UDC, pues eso, separatista antes que católico. Como el corrupto Durán y Lérida.
Ian Gibson ha publicado una espléndida y completa biografía de Antonio Machado. Reproduzco este párrafo de Gibson sobre Machado, un republicano de toda la vida: “Lo realmente original del mensaje de Cristo –ya lo viene señalando desde hace años- es su insistencia en el amor fraternal. Y el amor fraternal es incompatible con el afán de aniquilar al prójimo, inherente al fascismo. Machado había declarado en 1934 (…) que el marxismo era la praxis política que a su juicio más se aproximaba a las enseñanzas de Jesús”. Antonio Machado era francmasón y social-comunista. Sus opiniones sobre la Iglesia no forman precisamente parte del corpus doctrinal de la religión católica. Vamos, que a nosotros nos importan un bledo, aunque entendemos que a Enric le guste lo que dice don Antonio porque son de la misma cuerda gnóstica.
Autor: Smith
Publicado el 28 de julio de 2006
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