martes, 6 de febrero de 2018

Piqué debe pedir perdón


Que Piqué es un habilidoso nadador entre dos aguas —la Cataluña nacionalista y la España constitucional— es algo que algunos no desconocen y les mueve a considerar que el ex ministro no es la persona más adecuada para ejercer el cargo de representante máximo del PP en la selva política catalana, donde la jauría nacionalista que allí impera y se mueve a sus anchas acostumbra a merendarse hasta los huesos de sus presas. Precisamente en eso, en una presa, es en lo que parece que se ha convertido Josep Piqué al optar por no plantarle cara a la jauría, como sí hizo con su eficaz estilo Vidal-Quadras. Piqué, por el contrario, inició un camino plagado de florituras, ambigüedades y actitudes contradictorias hacia el nuevo y aberrante Estatuto catalán o hacia algunas de las leyes liberticidas que hay en vigor en esa comunidad autónoma.

Piqué aún no ha reconocido en público, y con ello demuestra su deliberada postura acomodaticia, que el militante nacionalista es, ante todo, un delincuente potencial, por cuanto el fanatismo le impide advertir que la Ley está por encima de la ideología o que la libertad individual es muy superior a cualquier patria de diseño, de ahí que el nacionalista tienda a la elaboración de leyes y reglamentos ad hoc, al más puro estilo “caiga quien caiga”, con tal de alcanzar unas metas que considera idílicas e irrenunciables. Sirva como ejemplo, de los muchos que podrían anotarse, la actual aplicación de la ley lingüística catalana, desbordada en numerosos ámbitos de la Administración, especialmente en la enseñanza, porque el Tripartito la considera insuficiente y además prevé endurecerla bastante en el nuevo “Estatut”, haciéndola de conocimiento obligado para cualquier residente en Cataluña y convirtiéndola, por tanto, en un instrumento aún más eficaz con los discrepantes del nacionalismo. Ya no basta, pues, con la enseñanza dentro de los límites que la propia Ley contempla, no, la lengua catalana debe imponerse en los pasillos de los colegios, en los patios y en las reuniones de padres. Y desgraciado de aquel que tenga la osadía de mantener en castellano el letrero de su negocio particular; sí, particular, porque de inmediato recibirá la visita de un comisario político que le sangrará el bolsillo además de colocarlo en una lista negra como desafecto a la causa.

Piqué tampoco reconoce que con los delincuentes, sean potenciales o confesos, no caben paños calientes, de modo que le vemos a menudo de alterne o celebraciones con la cúpula de esos partidos catalanes que tanto desprecian al PP. Nuestro hombre quizá prefiera olvidarse de que dándoles cuartelillo a los nacionalistas, como podría asegurarse que es su estilo, éstos se envalentonan y vuelven a las andadas o avanzan el siguiente paso en sus propósitos totalitarios, como se está comprobando en el País Vasco con los cachorros de ETA-Batasuna, que volvieron a adueñarse de las calles a partir del momento en el que Zapatero decidió olvidarse del Pacto Antiterrorista. Ya no hablemos de una clase política catalana donde el nivel de delincuencia se encuentra próximo al 90% y tiene a sus máximos exponentes en los puestos claves de la Administración o en lo más granado de ciertas corporaciones, sea la propia Generalidad, sean los ayuntamientos, sean determinadas sociedades de crédito y ahorro.

La prueba del nueve respecto a que Piqué es una presa del nacionalismo catalán viene dada por la noticia que el diario ABC* nos proporciona hoy y que más o menos titula “Los partidos catalanes le piden a Piqué que pida perdón por asistir a la reunión a favor de la Constitución en Madrid”. Así, tan escandaloso como suena: ¡Que pida perdón por sumarse a los que pretenden que la Ley de leyes se respete! ¿No es como para llamarlos delincuentes? ¿No se advierte aquí que los nacionalistas catalanes creen que Piqué los ha traicionado al asistir a concentración de la Puerta del Sol en Madrid? Se imagina alguien a Maragall o Carod-Rovira pidiéndole a Vidal-Quadras que pida perdón ante un hecho semejante. ¿No? ¿No se lo imaginan? Pues ahí tienen la respuesta. De donde se deduce que Mariano Rajoy, si sabe lo que lleva entre manos y no quiere pasarse varias legislaturas sentado en el banquillo de la Oposición, debería relevar a Piqué de su puesto y destinarlo a otro cometido más idóneo. No sería mala cosa que el jefe de los populares decidiera hacer un intercambio tan pronto fuese posible entre Vidal-Quadras y Piqué, éste quizá no encajaría mal en la moqueta europea, aquél nos alentaría a más de uno si reeditara su estilo natural ante la jauría nacionalista.

*No ha sido posible anotar el enlace con la noticia, de ahí que la cita del titular de ABC sólo sea aproximada.

Publicado el 4 de diciembre de 2005

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