martes, 20 de febrero de 2018

El PP debe reaccionar de otro modo

Cada vez son más los catalanes que se manifiestan y protestan ante el régimen opresivo y arbitrario de los sucesivos gobiernos de Cataluña. La imagen pertenece a una de las últimas manifestaciones de Barcelona (2017). Simplemente, como se advierte en la pancarta, se apela a la Democracia, la libertad y el cumplimiento de la Ley.

Cualquier propuesta que se le plantee al gobierno catalán, por más razonable que ésta sea, lleva aparejada de inmediato una réplica en la que siempre destaca el dogma de un marchamo espeluznantemente etnocentrista: “Se pretende ir contra Cataluña”. Según informa Libertad Digital, en el Parlamento de Cataluña se ha dado de nuevo tal circunstancia: una propuesta razonada, y razonable,  a cargo del PP y una respuesta de dudosa justificación salvo que se contemple desde el prisma del más puro absolutismo. La verdad es que esta situación de obstinación política que impera en un gobierno regional como es el catalán, que parece dispuesto a entrar de lleno en la delincuencia —algo que puede serles perfectamente imputable ya que hacen caso omiso a las sentencias del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña— , no sólo acabará por costarles muy caro en las urnas a los políticos que den soporte a ideas tan liberticidas, sino que es más que probable que lleguen a enfrentarse a una verdadera revuelta ciudadana en la que, como siempre sucede en tales casos, la violencia y los estragos no queden al margen. Sin embargo, tampoco sería de extrañar que se mantuviera el voto nacionalista -ya que viven sumergidos en la alucinación- y el otro gran colectivo contrario a ellos, simplemente pase de votar.


En este tipo de escenarios es cuando se conocen a los gobiernos que respetan a sus ciudadanos. Si la mayoría de los residentes catalanes tiene como idioma materno el español, una lengua que puede ser considerada, se diga lo que se diga, tan propia o más que el catalán (las piedras no hablan, lo hacen las personas), es evidente que sólo una Generalidad gobernada por sectarios sin ningún tipo de escrúpulos trataría de humillar a la mayor parte de la sociedad que gobierna, puesto que el 53% tiene el español como idioma materno. Es fuerte lo que afirmo, ¿verdad? Pero no por ello es menos cierto, porque cada actitud política debe ser reflejada con sus justas palabras. De modo que quien incumple la ley es un delincuente, pertinaz en el caso de quien la incumpla reiteradamente como hace la Generalidad. Asimismo, no existe otro término que el de sectarismo para definir a quien sólo pretende el beneficio de una parte de la población, sin preocuparse lo más mínimo del grave perjuicio del resto. Y esto último es lo que se denomina falta de escrúpulos, luego tal apelativo encaja perfectamente en los políticos que rigen el gobierno catalán.

Ahora bien, ¿qué se puede hacer ante un Ejecutivo regional que incumple reiteradamente su propia ley lingüística en el ámbito de la enseñanza? Nada. No se puede hacer absolutamente nada en esta situación actual donde en las instituciones abundan el desistimiento y las componendas. El gobierno socialista mira para otro lado, exactamente igual que hizo el gobierno popular al dejarle las manos libres a Pujol para su última reforma lingüística, y está claro que nos encontramos ante hechos consumados que a corto plazo no tienen solución posible.

La única respuesta que quizá nos haría concebir alguesperanza es el triunfo dentro de dos años, por mayoría absoluta, de un Partido Popular que, a su vez, hubiese decidido volverse sensato. Porque no olvidemos que esa espantosa inmersión idiomática que sufren los escolares catalanes tiene un reflejo semejante, si no peor, en otras comunidades donde gobierna el PP, a las que corresponde una menor proporción de alumnado no castellano o, simplemente, la inmersión se aplica en zonas, como Orihuela en Alicante, que jamás han conocido otro idioma que el español. No basta, ni mucho menos, con plantear alternativas en Cataluña, debe predicarse con el ejemplo, y proclamarlo a los cuatro, en los territorios que el Partido Popular gobierna.

Todo ello me da que pensar en el siguiente orden de prioridades, utópico si se quiere, pues son muchos los intereses que parasitan a los partidos políticos, pero realizable a medio plazo (8-10 años) si es que se pretende ir atenuando el asfixiante clima de desintegración que padece España: 1. La ciudadanía que se muestre disconforme con el régimen actual, debe hacérselo saber y reiterárselo cuantas veces haga falta al principal partido de la oposición, que debería tomar nota a fin de elaborar un programa electoral consecuente y que comenzase ya a difundir. 2. Dicho partido, debería comenzar por establecer un sistema de bilingüismo puro en las comunidades que administra, aun cuando lo ideal desde un punto de vista democrático sería la libre elección de idioma en la enseñanza. 3. Si el Partido Popular llega al gobierno de España, o cualquier otro partido que le sustituya (algo no descartable vista la incoherencia del PP en un ámbito de tal importancia), debería ser inflexible con los incumplimientos de la Ley. Si para entonces el gobierno de Cataluña, quizá amparándose en uno de los artículos del nuevo estatuto, no pone los medios adecuados para que los ciudadanos catalanes conozcan sobradamente el español, debería serle aplicado de inmediato el artículo 155 de la Constitución y retirarle la competencia educativa. 4. De todo ello, el PP debe comenzar ya a avisar a los ciudadanos y también a sus rivales políticos, quizá los avisos frenen en alguna medida las arbitrariedades.

Lo dicho, a grandes rasgos, podría ser la solución conveniente para evitar que a través de la barrera idiomática y el adoctrinamiento dejase de cultivarse en determinadas regiones ese odio que, todo apunta a ello, probablemente concluirá por enfrentarnos sino a una nueva Guerra Civil al menos a grandes algaradas y un clima político insoportable que acabe por empobrecernos y convertir a España en lo que desgraciadamente ha sido durante muchos años: La nación paria de Europa. Yo, por si acaso, además de insertar este artículo en Batiburrillo, lo dejaré anotado en la página del Partido Popular, donde hay un apartado denominado “Tu opinión cuenta”. 

Publicado el 4 de febrero de 2006

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