Pues resulta que la ministra Narbona no ha tenido otra ocurrencia, tras culpar no hace mucho a los murcianos de regar poco menos que con orina y a los gallegos de ser cómplices de los incendios, que echarse unos números y afirmar que al PP se le murieron más personas en los incendios que a ella. Lo primero que he pensado es que esta señora es de letras, ya que si afirma que en 8 años, durante el mandato de Aznar, hubo 32 fallecidos, una simple división nos da una cifra de 4 muertos de promedio por año. Otro tanto podría decirse de las hectáreas quemadas. Perdón por la crudeza del planteamiento.
Ahora bien, si consideramos que la ministra lleva 1.5 años en el cargo (año y medio para los de letras, como ella) y resulta que ya se le han matado 18 personas en los incendios, nos sale un promedio de 18:1.5=12. Es decir, esta señora es 3 (tres) veces más inepta que los populares y, sobre todo, tres veces más demagógica y embaucadora al comparar peras con manzanas, que sería la deducción de extrapolar parámetros de distinta magnitud. Porque claro, uno se pregunta: ¿Y cuántos fallecidos hubo en los 13.5 años de gestión felipista, donde ella tuvo cargo? ¿Y cuántas hectáreas se quemaron entonces, y no sólo de montes?
De la bochornosa declaración narbonense se extraen dos conclusiones: 1. Que los ministros de Zapatero, y por ende toda la actual Administración social-sectaria, tienen tan desbocados (como los incendios) los complejos de culpabilidad y de practicar la chapuza, sobre todo porque intuyen que los votos se les escapan a chorros (como el agua del Ebro que no llega ni se la espera mientras no recuperen la llave en posesión de Carod), que... 2. Les “obliga” a trasladar la responsabilidad al anterior gobierno con la intención de aparentar inocencia marrullera, que siempre habrá algún bobo que lo crea o se agarre como a un clavo ardiendo (igual que los montes) a la versión “oficial” para quedar de señorón en las bitácoras de nuestra Red Liberal. Pero como la chapuza es en los sociatas un hábito demasiado arraigado, ya podemos ver que ni siquiera así les queda a salvo la honrilla, porque se advierte enseguida que los números se les vuelven lanzas (también las letras) y acaban por dejarles en ridículo. Un ridículo, repitámoslo, tres veces mayor que el de sus oponentes políticos.
Moraleja: Estos progres no sólo no son unos caballeros (o damas), ni poseen ánimo de enmienda, sino que más bien parecen gente ordinaria que no les importa practicar la zafiedad. Talante zafio, se entiende. Nada nuevo, pues, bajo el sol del “progresismo”. Ya lo decía Confucio hace 2.5 milenios (“dos mil quinientos años” para los de letras, letros y zerol@s): “El caballero se culpa a sí mismo, mientras que el hombre ordinario culpa a los demás”.
Publicado el 30 de agosto de 2005
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