«Este pueblo puede elegir formar o no parte del Estado español, o formar parte del Estado español de una manera federal, o confederal, o como estado asociado». Xavier Arzallus, ABC, 3 de octubre de 1994.
Esta frase del pater etnonacionalista durante la friolera de treinta años resume bien a las claras la ambigüedad calculada dentro de la cual se desenvuelve el nacionalaranismo surgido a finales del Siglo XIX.
Fruto de esa ambigüedad calculada, el nacionalismo vasco se ha dedicado a mentir, calumniar, manipular, distorsionar, etc. todo lo que ha podido y más, desde el preciso instante de su nacimiento hasta el presente. Bien es cierto que las groseras y burdas mentiras de Sabino Arana ya no las sostiene ni el más recalcitrante nacionalcatolicarra peneuvero, pero, aunque han cambiado las formas, hoy en día las mentiras son más peligrosas por la ingente cantidad de dinero que las instituciones vascas destinan al mantenimiento de sus mitos. De sus mentiras. No hay más que echar un vistazo a la visión que del Bombardeo de Guernica (1937) nos viene ofreciendo la televisión arana desde los años 80, para darse cuenta de que la mentira sigue reinando en el mundo etnonacionalista.
El excelente investigador José Díaz Herrera acaba de sacar a la luz un libro que no va a dejar indiferente a nadie. Absolutamente a nadie. Se titula "Los mitos del nacionalismo vasco" (Ed. Planeta). Este extraordinario libro de investigación desvela todas las miserias, traiciones y bajezas del nacionalismo vasco a lo largo de más de un siglo. Desde el intento de golpe de Estado contra la República del lendakari Aguirre en 1931 hasta la negociaron con Hitler del envío de una 'División azul' de gudaris al servicio de la Alemania nazi. Porque el nacionalismo vasco siempre fue así: oportunista y, en el fondo, al servicio de una idea suprema: la independencia. Todo lo demás ha sido y es plumaje. El problema es que algunos no se enteran, comenzando por ZP.
Autor: Smith
Publicado el 14 de septiembre de 2005
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