Josep Ramoneda es un periodista catalanoprogre que, además de dirigir el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, escribe en El País. Hoy, por ejemplo ha escrito un artículo titulado Gotas de liberalismo (enlace, error 404), en el que curiosamente dice que el Estatut tan traído y llevado "tiene dos señales de corte liberal". ¡Manda narices!
Las dos señales "de corte liberal" de las que habla el ínclito Ramoneda son: el principio de no jerarquización de las identidades y el principio de interdependencia.
El principio de no jerarquización de las identidades en el Estatuto se enuncia así: "Es libre de verdad un país donde cada uno puede vivir y expresar suficientes identidades diversas, sin ninguna relación de jerarquía o dependencia entre ellas". La tontería no puede ser mayor. Es libre un país, señor Ramoneda, donde ninguna identidad tiene más derechos que las demás. Y punto. Porque allá donde hubiera privilegios regionalistas, foralistas o nacionalistas, el liberalismo muere. Y punto (again).
La interdependencia es el reconocimiento de que la independencia ya no es lo que era. "Y que en un tiempo en que los espacios políticos no se corresponden forzosamente con espacios territoriales, toda sociedad es compleja, territorio de imaginarios de procedencias muy diversas, y toda comunidad está forzosamente entrelazada con otras, sin que las soberanías impenetrables tengan ya sentido alguno. Estas ideas están en el Estatut". Esto segundo está más claro todavía. Es tal el revuelto, que de lo que se trata es, indudablemente, de introducir la ceremonia de la confusión. Y ahí, "amigo" Ramoneda, tampoco cuente con nosotros. Revuelva, revuelva complejidades nacionales, soberanías constitucionales y espacios políticos, pero por favor, no mezcle su revuelto de gambas al ajillo y disolvente ZP con el liberalismo. Que ésto ya es otra cosa. ¿No ve que ya nos conocemos? Usted dice que "la colocación de la monumental bandera española de la plaza de Colón no fue una demostración de fuerza sino de debilidad. No es extraño entonces que el Estatuto catalán abuse de ruido simbólico" y se le ve el plumero. Criticar un acto patriótico (izado de bandera en la Plaza de Colón) y justificar la reacción del Estatut en base a ese "ruido" lo dice todo. Usted, señor Ramoneda, no engaña a nadie. Se lo aseguramos.
Autor: Smith
Publicado el 6 de octubre de 2005
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