Don Gregorio Peces-Barba ha dicho que no va a la manifestación de las víctimas del terrorismo. Bien mirado, ¿qué hace un Alto Comisionado de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo en una manifestación organizada por la AVT? Nada; un total absurdo. Definitivamente, este antiguo defensor de terroristas -perteneciente, como su padre, a la Hermandad de los Hijos de la Viuda y manijero donde los haya, se comporta como un jacobino que no puede ocultar su rancia progresía de salón. No hay vez que aparezca públicamente Peces-Barba en la que el sectarismo progresista no salga a relucir. No quiere a las víctimas porque -se le nota en su cara de hormigón armado- no tiene sentimientos. No le den más vueltas. Deténganse unos segundos contemplando su expresión hierática, lóbrega, lúgubre, oscura… y entenderán lo que les decimos.
José Luis Rodríguez Zapatero, otro adepto a la doble causa del gnosticismo y del sectarismo político creó, hace unos meses, un cargo especial para Peces-Barba: Alto Comisionado de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo. La intención era doble: 1) gratificar al rector (?) de la Universidad Carlos III por los servicios prestados a la causa jacobina y 2) dividir moral y estratégicamente a las víctimas. Y no busquen más razones, que no las encontrarán. A Rodríguez Tancredo le molesta, y mucho, la firmeza democrática de las víctimas de ETA y sus familiares, que siempre han defendido su dignidad hasta el final. Para ellos no hay lugar a cambalaches ni trueques de ninguna clase. Y esto, precisamente esto, molesta a José Luis Rodríguez Zapatero. En su obsesión por pasar a la Historia de España como el Presidente que terminó con ETA, José Luis está dispuesto a pasar por encima del cadáver de quien sea, víctimas del terrorismo incluidas. ¿A qué viene si no el giro que en política antiterrorista ha dado el PSOE desde que está en el Gobierno?
No se engañen. Peces-Barba no se siente nada cómodo entre “sus” víctimas. No las quiere. No le interesan. El Alto Comisionado cobra el sueldo, hace el paripé (del caló paruipén, cambio, trueque. 1. m. coloq. Fingimiento, simulación o acto hipócrita. hacer el ~. 1. fr. coloq. Presumir, darse tono) con el otro espécimen zapateril del mundo de las víctimas –Pilar Manjón- y poco más. Dice que no va, porque, aunque no cree que sea antigubernamental (es falso como pocos), los manifestantes pretenden que el Gobierno rectifique una decisión aprobada en el Parlamento. ¡Cuán escrupuloso es Don Gregorio con el Parlamentarismo! Las reglas son las reglas; sentimientos y principios, al cubo de la basura. Luego no se extrañe nadie de que en la manifestación madrileña se grite contra José Luis y contra Gregorio. ¿Quieren ganarse a las víctimas? ¡Pues déjense de maniobras y maniobritas, apóyenlas de corazón y acudan a la manifestación! Tampoco sirve, como afirma Peces-Barba, decir que no todas las víctimas están representadas en la AVT. No. Si usted es Alto Comisionado de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo, allá donde haya una víctima, sólo una, ahí tiene que estar. Ello al margen de que la inmensa mayoría de las víctimas están representadas en la AVT. ¡Qué vergüenza! ¡Qué clase política tan soez y sectaria! ¡Qué tiempos nos están tocando vivir! Parece que estamos en una permanente pesadilla sin salida.
Defendiendo los valores de la República jacobina. Su República
No, no es ésta, la de las víctimas del terrorismo, la guerra de Peces-Barba. Al igual que el chico de los recados del eje franco-alemán, Peces-Barba parece sentirse mucho más a gusto en unas jornadas sobre los valores democráticos de la II República. Para esto, sí que tiene tiempo el alto comisionado. Peces-Barba demuestra que nació para ser alto comisario, que no comisionado. Como todo el mundo sabe, pero por si acaso lo recordamos, la República de los comisarios, cuyos valores defiende arduamente 70 años después Peces-Barba, terminó estando en manos de los comunistas, con el doctor Negrín a la cabeza. Pero vamos, no se engañen, que los jacobinos Azaña y Casares Quiroga tampoco tenían mucho que envidiar de Negrín en cuanto a su radicalismo.
Bien, una idea tan sólo: los jacobinos de entonces tenían mucho en común con los de ahora: por ejemplo, su particular idea de la democracia. ¿Y en qué radicaba la “particularidad” de la democracia republicana cuyos “valores democráticos” va a defender Peces-Barba en esas jornadas de Sevilla? Pues muy sencillo: la República sólo era democrática si gobernaba la izquierda. O dicho de otro modo: las derechas sobraban. En los años 30, la izquierda actuó siempre así, por lo que luego venían las lamentaciones: que si el Vaticano estaba que trinaba (claro, después de destrozar la Iglesia Española), que si la CEDA no era leal al sistema (cosa que, además, no era cierta), que si la Falange empleaba la violencia (sobre todo, a partir de su ilegalización y de que asesinaron a unos cuantos falabgistas), que si Calvo Sotelo defendía en las cortes el régimen corporativo (que el centenar largo de diputados socialistas defendieran el estado “bolche”, era algo sumamente anecdótico)… Para qué seguir, amigos.
Un dato, sólo un dato, nos ha bastado para darnos cuenta de por qué, las jornadas sobre los “valores democráticos” de la II República, suponen un total fiasco para la verdad histórica. En ellas participa Carlos Blanco Escolá, personaje tumefacto que escribió un libro titulado <i>La incompetencia militar de Franco. Aunque Pío Moa o Ricardo de la Cierva podrían darnos muchos más datos, tampoco hace falta tener un coeficiente de inteligencia desbocado, para darse cuenta de que, dejando al margen el carácter dictatorial autoritario de su régimen, si hubo algún militar competente en los años 20 y 30 en España, ese fue Franco. Brillante en Marruecos, director de la Academia General Militar de Zaragoza, leal a la República como pocos, especialmente en la revolución del PSOE y la Esquerra, decir que Franco era un incompetente militar, supone, cuando menos, dejar a los pies de los caballos a todos los generales del bando republicano que fueron vencidos por la "incompetencia" del incompetente. Reflexione Blanco Escolá, por qué el resto de generales le pusieron –“le”, hemos dicho- a la cabeza de la sublevación de 1936. Por cierto que, el llamamiento inicial de los alzados, se hizo en nombre de la República y con un trilema que seguramente gustará a Peces-Barba: Libertad, Igualdad, Fraternidad. Luego vendría otra cosa, pero el dato, ahí lo dejamos para neorrepublicanos como José Luis y Gregorio.
En fin. Ya vemos que a Peces-Barba le gusta bastante más ser comisario que comisionado. Lo suyo es la República de Azaña, Prieto, Largo Caballero y Negrín. ¿Y las víctimas? Bueno, seguramente, muchas no superen la ausencia de Peces-Barba y dejen de acudir a la manifestación. Era el líder y, sin él, ahora estarán perdidas.
Autor: Smith
Publicado el 3 de junio de 2005
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