domingo, 19 de noviembre de 2017

La supremací­a del liberalismo


Hace unos días inserté un comentario en el artículo "Pobres terroristas", elaborado por Fidel en la bitácora Ajopringue. El comentario, que reproduzco al final de este párrafo, ha dado hasta el momento 90 respuestas, ninguna de las cuales rebate mi opinión con argumentos. De hecho, casi todas las intervenciones son un rifirrafe que nada tiene que ver ni con el artículo de Fidel ni con mi aportación inicial: El que de verdad no es inferior, mental y culturalmente hablando, evoluciona desde la izquierda hacia posiciones liberales. Yo diría que la evolución contraria, desde el liberalismo hacia la izquierda, se da pocas veces.

Una vez reproducido el comentario de la discordia, paso a afirmar lo siguiente: Lo ratifico de pe a pa. Pero no sólo lo ratifico yo, a título individual, sino que ha sido ratificado de un modo colectivo por los acontecimientos mundiales del último siglo. Qué otra cosa es, sino, la caída del fascismo y el comunismo, regímenes antiliberales por antonomasia. Qué otra cosa es, sino, la evolución que sigue esa enorme República china para escapar de las garras de la penuria o el vivir con lo puesto. Porque en China las ideas de izquierda han sido arrasadas por el pragmatismo de sus dirigentes, quienes proclamándose aún comunistas sólo lo son respecto al método de acceso al poder, pero no de un libre mercado al que no tardarán en levantar templos. Así podríamos citar más de una veintena de casos que confirman la evolución desde posiciones de izquierda hacia el liberalismo. Excepto Venezuela, nación que desgraciadamente se halla en caída libre, no consigo recordar ningún caso opuesto a los citados.

Declaro que el liberalismo es mental y culturalmente superior al socialismo, llámese comunismo o llámese Estado del bienestar, porque el hombre no nace en racimos ni todos contamos con las mismas cualidades; porque el hombre, término genérico para que no se ofendan los políticamente correctos, no nace sumiso ni sin capacidad para innovar o evolucionar. Y esa evolución hacia el liberalismo, que no es más que el ansia de hallar la libertad que permita escoger el tipo de vida que uno desee, sólo la acomete quien adquiere el sentido adecuado para valorar lo razonable, pues no es ni será razonable que el trabajo rinda los mismos frutos a quien se esfuerza que a quien no lo hace, fin último de esa política de reparto igualitario de las izquierdas que no ha hecho otra cosa que ralentizar o degradar el progreso de las sociedades donde ha gobernado.

Declaro que el liberalismo es mental y culturalmente más honrado que el socialismo, puesto que el liberalismo acepta que genera situaciones injustas, ya que no hay método político ni ideológico perfecto, mientras que el socialismo no admite como propias tales situaciones aun a pesar de crearlas en mayor abundancia. La honradez que comporta un menor nivel de engaño o hipocresía es, en sí misma, reflejo de un estadio superior de evolución mental y cultural. Como decía el clásico, primero debemos buscar el honor que el placer ya llegará.

Declaro que bastantes de los llamados intelectuales de izquierda se hallan anclados en tales posiciones por conveniencia económica, por estupidez, por fanatismo o por odio, pues el socialismo va vestido de verdades que no siente ni practica. Declaro, asimismo, que el círculo de intelectuales de izquierda carece de la libertad suficiente para evadirse de esa cárcel del pensamiento. Y que es doble el mérito de quien lo consigue, pues demuestra que ha evolucionado hacia la libertad y que no carece del valor necesario para enfrentarse a la jauría donde habitó.

Artículo publicado el 21 de mayo de 2004

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