Se me dirá que estos días Rajoy no cesa de repetir los mismos conceptos de siempre, especialmente los que apelan al patriotismo español y a la libertad. Falso, no creo en absoluto que sea sincero cuando recuerda tales ideales, así se demuestra mediante el hecho de que haya traicionado, hasta obligarla a marcharse, a la auténtica poseedora de esos valores en el País Vasco, que es nada menos que María San Gil, una dama que además demostró su alta capacidad de convicción al conseguir encuadrar en el PP a todo un Manuel Pizarro, convertido ilusoriamente en número dos de relumbrón en las generales y ahora marginado como si fuese un pestilente, acaso porque en su momento había rechazado en varias ocasiones las ofertas de Rajoy.
Lo único que le interesa al todavía mandamás de los populares es mantener sus opciones para disputar otra vez la presidencia del Gobierno, dentro de cuatro años infinitos para cualquier demócrata. Entretanto, considerará la jefatura de la Oposición como toda una meta en sí misma, apetecible bocado del que está dispuesto a repetir, y que en su caso dará derecho a pasearse como un dandi decimonónico, con los pulgares en los bolsillos del chaleco y sacando ocasionalmente el reloj de cadena para observar con desazón que el tiempo pasa demasiado rápido, lo que quizá le lleve al convencimiento de que esos cuatro años no dan para nada.
Estoy tan convencido de que algo así responde a la mentalidad de un indiano perulero como Rajoy, que soy capaz de emparejar esa idea, para contrastar mi certidumbre, con el hecho de que voy a morirme, de ahí que nuestro hombre vaya declarando unas frases que hoy parecen ya muy extemporáneas, y en efecto lo son, especialmente tras dos derrotas sin paliativos con todo a su favor, como fueron la brillante etapa del PP de Aznar, que Rajoy malversó de un modo anodino, y la aún más esclarecedora, además de inacabable, como consecuencia de la colección de iniquidades que ZP nos endilgó. Lean, lean, y juzguen ustedes mismos a ver si lo que sigue no apesta a extemporáneo: “Me presento porque tengo las ganas, la experiencia, el coraje y el empuje suficientes para asumir de nuevo la Dirección del partido y ejercer la labor de oposición, y porque estoy convencido de ser capaz de llevar el partido a la victoria en las próximas elecciones generales”. No, no se trata de algo que dijo hace meses, la frase es reciente y aún sigue colgada en la Web del PP.
Es innegable que Rajoy cree, a ese respecto, que gente como Gallardón le aportará nuevos votos y le situará en esa posición de centralidad que ahora, ¡pasmado estoy!, el neandertal Fraga reclama como creación de Alianza Popular, que en realidad fue la derecha filo-extrema, esquina al viejo régimen, que regeneró su sangre mediante la diálisis ofrecida por una UCD en posición de harakiri. Rajoy quizá crea, además, que Gallardón desplegará el coraje suficiente —que a él le falta— para neutralizar desde la Secretaría General a su principal rival dentro del partido: Esperanza Aguirre. Vamos, para entendernos: Rajoy busca en Gallardón una especie de ejecutor de sus indecisiones.
Bien, pues todo ello, además de falso, es ilusorio, porque Gallardón es de los que no solamente socavará la tierra bajo los pies de Esperanza, sino también la del propio Mariano. Una tierra que Alberto irá apilando mediante el sistema de ir situando a sus peones en los puestos clave, hasta convertirla en peñasco, para acabar por alzarse en lo más alto y desde ahí mandar..., mandar mucho. Y eso, en cuanto a las interioridades del PP, puesto que en lo externo será mucha más la gente que dejará de votarles que la que pueda llegarles nueva o desencantada de la izquierda zapaterina. ¿Motivo? A Gallardón comenzarán a vérseles enseguida las arbitrariedades. Atentos a las elecciones europeas, no tardaremos en comprobar lo que opinan los votantes de la derecha.
No se olvide que Gallardón no deja de ser un progre, como consecuencia de sentirse acomplejado de sus raíces, que para hacerse perdonar ha venido impulsando -primero en la Comunidad y luego en el Ayuntamiento de Madrid-, medidas bastante cercanas a la progresía y a las actitudes antisistema, como por ejemplo todo tipo de subvenciones a manifestaciones “artísticas” y “culturales” de carácter antirreligioso, de las cuales ahora mismo recuerdo dos: La subvención a una obra de teatro titulada “Me cago en Dios” y esas lucecitas de Navidad que eludían cualquier referencia a la propia festividad que se conmemoraba.
En realidad, Rajoy está convencido de que por su simple permanencia al frente de la Oposición —mientras otro le hace el trabajo sucio en el propio partido—, es decir, por no hacer nada él mismo hasta tres meses antes de las elecciones de 2012, o a lo sumo pronunciar un par o tres de discursos parlamentarios aceptables en todo el período, que es exactamente la política que practicó en la anterior legislatura, puede llegar a ganarle holgadamente a Zapatero. ¿Cuál es la razón de algo así? Rajoy supone que el socialismo caerá por su propio peso y como consecuencia de cuatro años de grave declive económico. Del mismo modo que en la anterior legislatura Mariano supuso que el pacto con la ETA llevaría a su oponente al banquillo. Y casi pudo lograrlo gracias a gente de brega como Zaplana, cierto, pero a Rajoy le falto haberle echado un poco más de ese coraje del que hora presume y además haberlo usado durante toda la legislatura, que como es sabido es lo que va calando.
Por lo tanto, diríase que la teoría de Rajoy responde a que será el votante desencantado el que eche finalmente a ZP y él se limitará a ir de señorón y a dejarse querer llegado el momento. Y para lograr algo así, sea con Gallardón en el papel de “esbirro”, sea con cualquier otro Gallardón, ahora cree que hay que marcar de cerca a la oposición interna y comenzar por negarle cualquier opción en el Congreso de Valencia. Una actitud tan pusilánime como irresponsable y antidemocrática, ya que entretanto a los españoles nos habrán descuartizado la patria —otros cuatro años de jirones— como consecuencia de unos partidos nacionalistas que no se contentan con nada y hacia los que nada les reprochará Mariano por si acaso le conviene pactar con ellos al final de esta lamentable y caótica legislatura que acaba de comenzar.
Autor: Policronio
Publicado el 22 de mayo de 2008

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