lunes, 20 de agosto de 2018

¿Se imagina alguien a los mejores del PSOE y del PP en un tercer partido?

Bandera de la Nación española ondeando en el Parlamento.

Algo así podría ocurrir si se refundara UPyD —tiempo tiene para ello— aceptando la incorporación de los militantes socialistas y populares que no están de acuerdo con el cambio de régimen auspiciado por Zapatero y, ahora, secundado disimuladamente por Rajoy. Y que conste que cuando hablo de cambio de régimen me refiero a la desaparición de esa España confederal, con regiones tibiamente relacionadas entre sí, en la que los partidos nacionalistas, jamás satisfechos, seguirán llevando la voz cantante y se habrán profesionalizado definitivamente a la hora de chantajear a las pocas instituciones del Estado que sobrevivan.

La idea, tan especulativa como juguetona, me ha surgido a partir de este rumor: Rosa Díez y María San Gil “¿podrían llegar a unir sus fuerzas?”. Así lo destacó ayer El Semanal Digital [enlace roto], al considerar ese medio informativo que la amistad entre ambas líderes, y la circunstancia de compartir la misma opinión en los grandes asuntos de Estado —en realidad podría hablarse casi en exclusividad del mismo patriotismo—, las predispone a congregar sus respectivas fuerzas, fuerzas que en el caso de María San Gil, como se ha visto que sucede con Rosa Díez, aseguraría que se reparten por toda España.

Cierto es que Rosa ha negado la posibilidad de que María, y con ella unos cuantos buenos patriotas, pase a engrosar las filas de UPyD, pero nadie, al menos que yo sepa, ha desmentido la opción de crear un partido nuevo, o si se quiere refundado, con todos los militantes que ZP y Rajoy han ido dejando en la cuneta y además por la misma causa: la crítica hacia ellos ante lo que sin duda supone un cambio de régimen por la puerta falsa, que incluye no pocas concesiones a los nacionalistas.

Desde el punto de vista de alguien que se considera liberal, como es mi caso —hubo quien me definió como liberal-patriota—, no sería demasiado aceptable una UPyD muy reforzada, ya que sus postulados ideológicos son de carácter socialdemócrata. Y en algunos aspectos incluso se sitúan más a la izquierda, como por ejemplo en el hecho de que acepten una asignatura tan adoctrinante como es Educación para la Ciudadanía. Y tal pensamiento, marcadamente colectivista e interventor, no casa demasiado con los que valoramos ante todo la libertad individual.

España abrazada a la Constitución (Frontispicio del Congreso de los Diputados)

Ahora bien, la formación de Rosa Díez se ha pronunciado reiteradamente en contra de todo nacionalismo —enemigo público número uno de la libertad— y ha apuntado hacia ese fenómeno como la causa principal de los males de España. Causa principal, en el bien entendido de que los dos partidos mayoritarios, como sucede ahora, no sean capaces de llegar a un acuerdo para frenar la deriva impositiva nacionalista, con tendencia al secesionismo, sino que ambas formaciones —Rajoy acaba de incorporarse a la juerga— coquetean con descaro en busca de nuevos aliados. Es decir, tanto el PSOE como el PP, o al menos sus actuales dirigentes, además de ser incapaces de reconocer de qué lado le llega el peligro a nuestra Nación, no tienen inconveniente en encamarse con cualquier partido que disponga de algún diputado. 

No hace mucho Izquierda Unida pidió una reforma de la Ley Electoral, pero juraría que no lo hizo para ayudar a corregir el cambio de régimen —clave de toda esta crisis que viven los partidos—, puesto que a los comunistas les encanta esto de la confederación y las nacioncitas, sino exclusivamente para sacar más diputados y no acabar poco menos que en la clandestinidad a la que les está llevando su propia torpeza. Sin embargo, UPyD ha pedido igualmente una reforma, pero con la intención de poner a los nacionalistas en su sitio. Y esa es la diferencia entre un partido con intereses electorales, casos del PSOE, IU y el actual PP, y otro de índole patriótica que es capaz de diagnosticar y ofrecer soluciones a la balcanización que se avecina, caso de UPyD. 

Varias décadas atrás hubo quien afirmó “prefiero una España roja antes que rota”, o algo así. Bien, pues sin llegar al rojerío, que sería como tirar a España directamente a la basura, no tengo ningún reparo en declarar que prefiero una España socialdemócrata antes que rota, al menos por un tiempo. Es la disyuntiva de salvar a la niña o a la madre. De no poderse salvar a ambas, realizando el máximo esfuerzo, yo me decantaría sin duda alguna por la madre, en este caso España. Sería algo realizado con todo mi pesar, pero ya habría tiempo para otros hijos. Si muere la madre, el desconsuelo no tiene límite.

Porque mientras exista unida nuestra nación, siempre cabe la esperanza de alcanzar esas cotas más liberales —y liberadoras— que uno tiene en mente. A condición, claro está, que alguna vez dejemos de tener una clase política tan inicua y tan interesada en la ventaja personal. Y una UPyD fortalecida con gente desinteresada —¡sí, sé que es difícil!—, preferentemente integrada en otra formación nueva y de mayor calado, sin que importe demasiado la procedencia de sus miembros y atendiendo sobre todo a su afinidad patriótica y democrática, podría ser el primer paso. 

Sin descartar, eso sí, que finalmente un grupo de militantes del PP se armen de valor y le planten cara al taciturno Rajoy —personaje cuya trayectoria ha descrito magistralmente Pío Moa en su último artículo—, del que asegura que se ha pasado al lado oscuro de este nuevo régimen en metamorfosis. Rajoy ha realizado el cambio poco menos que bajo cuerda, sin aspavientos y acaso presionado por la Zarzuela —¿se tambalea la Corona?—, como todo lo que ha hecho en su vida, pero sin duda se ha pasado al lado oscuro y no supone ya ninguna esperanza para algunos de nosotros.

Autor: Policronio
Publicado el 26 de mayo de 2008

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