Que los ecolojetas anden más callados que un muerto, al respecto de las temperaturas “anormalmente bajas” de este mes de mayo, no quiere decir que, ¡por fin!, nos hayan perdonado la vuelta a las cavernas y se hayan olvidado del calentamiento global y de la necesidad ineludible de tirar los aparatos de aire acondicionado al punto limpio más cercano.
Simplemente, andan buscando argumentos para convencernos de que el protocolo de Kyoto es tan, tan, tan maravilloso que, sin que lo haya cumplido ningún país conocido, ya ha tenido efectos beneficiosos sobre el clima: hace un frío que pela.
Y así, duchos como son en marearnos con que si hace frío a destiempo es por culpa del cambio climático y si cuando debe hacer calor hace más calor de la cuenta es por culpa del calentamiento global, están que les baila el agua con el acaecimiento en un mismo mes de todos los fenómenos atmosféricos clásicos y conocidos: un poquito de calor al principio, luego temperaturas anormalmente bajas, lluvia abundante, fenómenos tormentosos, granizo, nieblas, vientos huracanados. En fin, que no les da tiempo a pensar sobre tanto en tan poco tiempo, entre papeleo y papeleo para la solicitud de la próxima subvención a cuenta de acojonar a las viejitas.
Sin embargo, no parece que los acólitos de cuarto nivel, o sea, los a pie de calle, acongojados y acojonados con el CO2, el metano, los neutrones, el DDT, la testosterona, la cafeína, la nicotina y todos cuantos elementos componen el arsenal de la última oleada del fascio pro-extinción de la mosca común, se hayan enterado.
De modo, que empezar el día dando los buenos idem a los más allegados puede ser motivo de agria discusión. “No me digas buenos días, que ha caído una granizada en Almagro”. “¿Tenemos allí berenjenas?”. “Y encima cachondeo. Sí, tú ríete del cambio climático”.
Sales a la calle y retomas tu vida social: “Hola chico, buenos días, te invito a un café con churros”. “No me digas buenos días, que vengo muy disgustado. Había guardado la ropa de invierno y ahora no encuentro nada de abrigo. Y todo por tu culpa y la de todos tus amigotes que os cachondeáis del cambio climático”. “¿Pero no era el calentamiento global lo que te preocupaba?”. “Es lo mismo”.
Y cuando por fin llegas al despacho y parece que te encuentras a salvo, me llama un cliente y amigo y me dice que quiere demandar a Bush porque su novia se ha “largao” con un tejano, propietario de no sé cuantos campos petrolíferos. “¿Qué te molesta más: lo de que se haya “largao” o lo de los campos petrolíferos?” “No me vaciles Carlos, que soy gasolinero”. Vale, vale. “ ¿Y cuanto te piensas gastar?”.
Y encima, Sharapova no hay más que una y la Siberia enfriándose. No somos nadie.
Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 2 de junio de 2008

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