martes, 16 de enero de 2018

Rex regna sed non gobernat


Adolfo Thiers, presidente de la Tercera República francesa y jefe de los republicanos moderados fue el artífice de una de las frases más famosas del derecho político y que tuvo una enorme influencia a partir de entonces: “El rey reina, pero no gobierna”. Con esta hábil posición, Thiers pudo salvar la Monarquía francesa durante algún tiempo. Aunque ya desde tiempos de la Ilustración los intelectuales habían apuntado en esta dirección, la Monarquía Parlamentaria, enraizada en el derecho británico, fue limitando progresivamente las funciones de las diferentes dinastías a lo largo y ancho de Europa.


Desde un ángulo opuesto, François Guizot, uno de los más destacados representantes del “liberalismo doctrinario”, situado a mitad de camino entre los revolucionarios y los ultramontanos, acuñó otra frase, no tan famosa: “El trono no es un sillón vacío”. Para Guizot, la Monarquía no se podía vaciar de contenidos si no quería estar condenada a la desaparición.

España es desde 1978 una Monarquía Parlamentaria. La Constitución Española atribuye a la Corona una serie de funciones que la dinastía Borbón, con la Jefatura del Estado en sus manos, se ha comprometido a ejercer. Asimismo, las funciones de la Jefatura de Gobierno, en manos de los representantes elegidos por el pueblo soberano, no pueden ni deben ser interferidas por la dinastía reinante. Porque, como señaló Thiers, el rey reina, pero no gobierna.

Ahora bien, si el rey reina y no gobierna, el Gobierno debe gobernar, pero no reinar. Esto último, a pesar de que parezca una perogrullada, es muy importante porque, de un tiempo a esta parte, José Luis Rodríguez Zapatero da la sensación de gobernar y reinar a la vez. Desde luego sabemos que cuenta con el apoyo del Emperador Polanco, que está por encima de lo divino y de lo humano, así como de los reyes y gobernantes, pero al margen de ello, hay que señalar un par de cuestiones que no pueden dejarnos indiferentes:

1) El Gobierno socialista se sustenta en apoyos de republicanos y radicales. De entrada, el PSOE es un partido republicano que se ha acoplado al actual establishment político porque, además de que el Ejército se hubiera rebelado contra una República en 1975, la Monarquía se ha ladeado hacia la izquierda de un modo descarado, casi diríamos que obsceno. No hace falta más que comprobar lo bien que se lleva Juan Carlos con Felipe González, Zapatero, Benach (presidente del Parlamento catalán)… En cambio, la rectitud castellana de Aznar parece no entusiasmar demasiado a Su Majestad.

Además, hay que tener en cuenta que sobre el Gobierno está la espada de Damocles del partido republicano-jacobino ERC. Partido, no se olvide, masónico y ultraizquierdista a marchamartillo. Y no hará falta recordar, pero lo hacemos, que la francmasonería ha sido siempre enemiga mortal de la Monarquía, la Aristocracia y la Iglesia. Por otra parte, los acuerdos en ciernes del PSOE con el PNV en materia antiterrorista tampoco parece que vayan a traer nada bueno a la Corona. Y todo ello al margen de las continuas campañas que estos últimos años viene realizando otro socio de Zetapé, Izquierda Unida, a favor de la III República y de la (des)memoria histérica sólo para republicanos, que los demás no merecen un recuerdo.

2) José Luis Rodríguez Zapatero es republicano. Y esto no es ninguna tontería. En su día el Presidente ya nos obsequió con la célebre frase de que lo mejor de Juan Carlos I es que era un rey republicano. Ni a los demagogos de Grecia se les ocurrían estas cosas. Imagínense al Ministro de Sanidad de Cuba diciendo que lo mejor de Fidel Castro es que es un comunista capitalista. O a Rice comentando que Bush es un conservador de izquierdas. Cosas de Zapatero. Pero no olvidemos que, si por algo ha apostado Zapatero estos años, ha sido por el bando republicano de la Guerra Civil, Carrillo y su abuelote incluidos en el lote. Tratándose del Frente Popular, Zapatero es todo oídos y corazón.

Como ya se imaginarán, viene todo esto a colación de la última peripecia borbónica por la ONU. Juan Carlos I -a la sazón Rey de España por la gracia de Franco, el cual, como el propio Rey ha reconocido, fue quien le puso en el trono- ha asumido el discurso de la Alianza de las Civilizaciones de José Luis Rodríguez Zapatero. Por lo visto, la Casa Real defiende ahora los discursos del Presidente del Gobierno y secretario general del partido contra el que combatieron Alfonso XIII y Don Juan en los años treinta. Al margen de que nos parezca bastante patética la asunción de un discurso de un nivel de patio de colegio, tal y como se nos antoja la infantil alianza zapateril, lo cierto es que Juan Carlos I se ha subido al carro de una idea socialista más que discutible. Y esto ya no está bien; de hecho, está mal, muy mal. Lo que no sabemos es si Zapatero ha "socialistizado" el discurso de Juan Carlos, haciendo las veces de Rey, además de Presidente del Gobierno, o si Juan Carlos I ha asumido motu proprio el bello discurso "multicivilizacional".

El caso es que, en adelante, habrá que ver si la Casa Real va a elaborar los discursos en función del Gobierno de turno o si es que, definitivamente, Juan Carlos I es un rey “progresista”. Y no desechen esta última hipótesis. En sus tiempos de ministro de Cultura con la UCD, el prolífico historiador Ricardo de la Cierva, vituperado injustamente por algunos bloggers “liberales”, fue avisado por Juan Carlos I de lo que podía venir: “A diferencia de mi abuelo, yo sólo saldré con los pies por delante de España”. Recuerden que Alfonso XIII tuvo que exiliarse por haber apoyado la Dictadura de Primo de Rivera, que terminó siendo traicionada por las propias clases intelectuales y políticas que habían llevado a España de desastre en desastre. Ocurre que, para no repetir la historia de su abuelo, Juan Carlos prefiere estar a bien con las gentes progres y con el PSOE, que fajarse en la defensa del orden constitucional y la unidad de España.

Rex regna sed non gobernat. El problema surge cuando el Rey está siendo “gobernado” por otros. A partir de aquí, se fastidió el invento. El invento de la Monarquía liberal-parlamentaria.

Autor: Smith
Publicado el 15 de septiembre de 2005

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