Mariano Rajoy, haciéndose eco del impresionante clamor en contra en Madrid, ha anunciado que el PP pedirá en el Congreso de los Diputados la devolución al Gobierno de la reforma de la Ley del Aborto. Se trata de una iniciativa loable, pero, por desgracia, con escasísimas posibilidades de prosperar. El PSOE de Zapatero, el más sectario de la historia de nuestra joven democracia, ha llegado al Ejecutivo para hacer realidad su objetivo de profunda y radical transformación de nuestra sociedad. Y mientras cuente en el Parlamento con la adhesión de comunistas e independentistas de izquierda, en quienes se apoya para hacer realidad su proyecto rupturista, no hará marcha atrás. El 'progreso' que históricamente impone la izquierda en sus diversas variantes es, en efecto, imparable; sobre todo porque no suele andar con contemplaciones de ningún tipo.
Y es que los mismos que, mientras permanecían en la oposición, le reprochaban a Aznar que no fuera sensible a determinadas manifestaciones que se celebraron durante su mandato, que además presentaban como quintaesencia de la democracia, hacen ahora caso omiso a las muchas que han tenido lugar bajo su Gobierno. Aunque, claro, aquéllas sí representaban el verdadero sentir del 'pueblo', puesto que fueron convocadas 'espontáneamente' por la izquierda; en cambio, éstas, que ni tan siquiera han contado con su preceptivo visto bueno, y muy a pesar de su extraordinaria profusión, sólo pueden provenir de inconfesables y minoritarios intereses, ligados a la derecha extrema y reaccionaria. Exactamente de donde proceden, tal y como ha resaltado la vicepresidenta De la Vega, aquellos intolerables abucheos que, antes de cada Desfile de las Fuerzas Armadas, suelen proferir a nuestro intangible presidente.
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| Bibiana Aído |
Así pues, la sobresaliente y multitudinaria manifestación contra la ampliación del aborto va a obtener del Gobierno socialista la misma respuesta que las anteriores: El más absoluto de los desprecios. Su plan de ingeniería social pasa necesariamente por convertir el aborto, es decir, el hecho de disponer de la vida de un ser que, por no haber nacido, no deja de ser humano, en un derecho. Lo que, lejos de constituir una profundización en las libertades, conlleva un efecto perverso: La concepción de la vida humana como valor supremo, tal y como la entendemos desde los principios del derecho natural, pierde vigencia. A partir de ahora el Estado y sólo el Estado determinará qué es lo que ha de entenderse por vida humana, por encima de cualquier juicio moral, ético o incluso científico. El criterio expresado por Bibiana Aído, 'el feto es un ser vivo, pero no humano', aunque infundado desde cualquier perspectiva biológica, acaba imponiéndose sobre toda autoridad en la materia, ya que posee la única que verdaderamente adquiere plena validez: La que, en su calidad de Ministra del Gobierno, deriva del Estado.
En realidad, se trata de hacer del aborto un método anticonceptivo más, sin tener mínimamente en consideración la protección de la vida humana. De la misma forma, el Estado-médico ya ha prescrito la venta de la píldora postcoital sin receta y sin límite de edad, pese a los dañinos efectos secundarios que puede producir en quienes la tomen. También sabemos que el Estado-familia, una vez que ha logrado inmiscuirse en la formación ética y moral de los hijos por medio de ese engendro llamado 'Educación para la Ciudadanía', tiene intención ahora de menoscabar la autoridad familiar al permitir el aborto de menores de edad sin el consentimiento de sus padres.
Por desgracia, el Gobierno está consiguiendo alcanzar poco a poco una de sus principales metas: La presencia e interferencia del Estado en todos los órdenes de nuestras vidas, desde la cuna (si nos dejan nacer, claro) hasta la sepultura (si nos dejan morir en paz). Porque aquel individuo, hombre o mujer, al que antes de tiempo y forzosamente se le desgaja de su familia, o que en cualquier caso ni tan siquiera ha de responsabilizarse de las consecuencias de sus actos, no es en absoluto más libre e independiente. Bien al contrario, se convierte en una marioneta en manos de la autoridad estatal.
Autor: Pedro Moya
Publicado el 19 de octubre de 2009


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