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| Elena Salgado y Rodríguez Zapatero. |
'¿Qué he hecho yo para merecer esto?', se habrá preguntado doña Elena Salgado durante el debate de los Presupuestos Generales del Estado. Por muchos pecados que haya cometido en su vida, resulta abusivo e inmisericorde someter a semejante castigo a la vicepresidenta económica. Y no me refiero a Rajoy, cuya contundencia dialéctica es mínimamente exigible en un jefe de la oposición ante un Gobierno que se empeña en conducirnos al desastre económico, sino a Zapatero. Tras la defenestración de Solbes, el presidente se ha convertido en el verdadero y único Ministro de Economía, con Cándido Méndez como consejero áurico (así nos va), y por tanto debería haber sido él quien defendiera en el Parlamento unas cuentas de su exclusiva cosecha. Pero no es precisamente la valentía política uno de los rasgos característicos de Zapatero, que además ha demostrado en sobradas ocasiones que no le importa dejar cadáveres políticos por el camino. El de la señora Salgado sería uno más de tantísimos: Maragall, Caldera, Sevilla, Solbes...
Autor: Pedro Moya
Publicado el 23 de octubre de 2009

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