domingo, 5 de agosto de 2018

El "Tucumán" y el "25 de Mayo"

Crucero argentino "25 de mayo"
Explorador argentino (más conocido como torpedero) Tucumán. 

Nuestros políticos actuales, en su manifiesta incompetencia, se dedican a destruir todo lo llevado a cabo durante el régimen del general Franco, por muy positivo que fuera. Menos mal que, de momento, no han iniciado la voladura de presas en los embalses, de los centros de la Seguridad Social y tanta otra obra similar, proyectada y ejecutada por el "ancien régime". Pero, a este paso, todo se andará, salvo -eso sí que no- la eliminación de las vacaciones de verano retribuidas, o las pagas del 18 de julio (así fue su denominación inicial y oficial) y Navidad. Por lo menos, las de ellos. El pueblo que se ande con ojo.


Su acreditada ignorancia les hace barrer al modo de elefantes en cacharrería, como vulgarmente se dice. Todo, porque su incapacidad manifiesta les impulsa al ejercicio de la destrucción indiscriminada, que es muy fácil y, de paso, les permite hacerse notorios ante la masa, a la que están llevando a la supina ignorancia, igual que caracterizaba a muchos en el aciago 1936. Son de sobras conocidos los casos, más de uno, en los que un gerifalte político, en visita a algún monumento o edificio de los siglos XV o XVI, al contemplar en él el escudo del yugo y las flechas, haya reprendido severamente a la autoridad local: Tengo dicho que han de ser borradas todas las huellas de la dictadura.

Viene esto a cuento porque he encontrado un foro en el que se dialoga acerca de la conveniencia de cambiar de nombre a las calles "Crucero 25 de Mayo" y "Torpedero Tucumán", dado que -según se desprende de la afirmación de algún interviniente en dicho foro- se dedicaron solamente a ayudar a los franquistas. Como ciudadano interesado en nuestra reciente etapa histórica, contando con la benevolencia de los editores de Batiburrillo, voy a aportar mi contribución a este tema, que considero fundamental en el aspecto emotivo de la nación, cuya aclaración espero que contribuya, siquiera sea levemente, a evitar que los españoles pierdan aún más el nivel de racionalidad y patriotismo que todo pueblo necesita.

En octubre de 1936, leí en periódicos extranjeros, primero en uno argentino y, más tarde, confirmado por otros franceses, que el gobierno rojo había solicitado del argentino que desplazará a España un barco de guerra, el cual fondearía en Barcelona. Ante la posibilidad inminente, entonces considerada segura por todo el mundo, de que la llegada de los nacionales a Madrid produciría el derrumbamiento de la zona roja, ese navío fondeado en Barcelona ayudaría a que pudieran huir en él los miembros del gobierno del Frente Popular y otras autoridades previamente desplazas a Cataluña. En breve, brevísimo, plazo de tiempo, el Gobierno argentino accedió a la petición, condicionándola, en justa correspondencia, a que hasta la caída del Frente Popular sirviera para evacuar a los partidarios del régimen nacional en peligro de asesinato por orden del gobierno rojo. Naturalmente, no se decía así, pero la condición impuesta por Argentina venía a representar exactamente lo dicho. A título no oficial, figuraba que la gestión por parte española había sido un acto personal del propio presidente de la República, don Manuel Azaña.

Aceptadas las condiciones, arribaron a Barcelona el crucero "25 de Mayo" y el "Tucumán", éste último de menor tonelaje, que desde el primer momento fue calificado por la prensa roja como torpedero. Ambos navíos contribuyeron, sobre todo el "Tucumán", a salvar numerosos españoles del fin que les esperaba bajo el dominio rojo, que como es notorio comprendía el "paseo", generalmente tras la tortura. Al prolongarse la guerra, el crucero argentino regresó pronto a su patria y el "Tucumán", después de numerosos viajes a Marsella, en los que llevó más de mil personas cuya muerte, de permanecer en zona roja, hubiera sido segura, lo hizo a mediados de 1937, fecha en la que la contienda se niveló y nada hacía presagiar un desenlace rápido. La permanencia de los barcos en Barcelona, lejos de su base, suponía una gravosa carga para Argentina. Por tanto, no tuvieron la posibilidad de negarse, tal y como he leído en alguna Web, a embarcar a los huidos rojos en Alicante, al final de la guerra. Motivo evidentemente falso por el cual se pide la desaparición de sus nombres en las calles.

Aprovecho para aclarar que el "Tucumán" no era un torpedero, como la ignorancia dominante entre los rojos lo consideró. Era un explorador, barco muy similar al destructor y de mucho mayor tonelaje que un torpedero. Desde luego estaba dotado de torpedos, pero también de ametralladoras antiaéreas de 20 mm y dos cañones, uno a proa y otro a popa, creo que de 105 mm. Desplazaba 1.200 toneladas y tenía 110 metros de eslora. Los rojos lo calificaron como torpedero y como tal quedó en el callejero madrileño. 

Autor: Rogelio Latorre Silva
Publicado el 19 de enero de 2008

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