lunes, 20 de agosto de 2018

¿Un nuevo hilo del 11-M?

Guerrilleros colombianos de las FARC. Físicamente, apenas se distinguen de los moritos de Leganés y de los que, dicen, fueron vistos en los trenes del 11-M.

Hace poco, casi coincidiendo con la aparatosa detención en Francia de la enésima cúpula de la ETA —probablemente como consecuencia de un chivatazo interno, puesto que ha sido reemplazada a la tercera señal—, se ha descubierto una conexión de la banda criminal vasca con otra facción de asesinos y extorsionadores, las FARC, una abundante pandilla de malnacidos que operan a modo de guerrilla en Colombia y que, “casualmente”, pertenecen a la misma ideología: extrema izquierda. En el ordenador de uno de los jefes guerrilleros abatidos, el asesino Raúl Reyes, pudieron encontrarse copias de una serie de correos que ambas formaciones terroristas —ETA y FARC— se habían intercambiado, viniendo así a demostrarse que esos contactos se iniciaron en el año 2003, es decir, con tiempo más que suficiente para crear una simbiosis criminal que actuase en el momento necesario.


Aquí podría haberse dado una circunstancia similar al de los dos viajeros que se conocen accidentalmente a bordo de un tren —en el caso que nos ocupa la accidentalidad fue más bien acordada—, sin nada que les relacione en sus vidas diarias, salvo el instinto violento, y uno de ellos le propone al otro que intercambien homicidios: Mi mujer por tu padre. La jornada del 11-M fue una fecha que aterrorizó de tal modo a la sociedad española, y tanto la adormeció, que nos pasó completamente desapercibido que a bordo de esa fecha, por decirlo de algún modo, podría llegar a viajar otra víctima en potencia, nada menos que el presidente Bush, el cual debería visitar alguna vez Colombia y ponerse a tiro de… 

Casualmente, esta vez sí, fue un 11 de marzo cuando el presidente norteamericano realizó una visita oficial al país caribeño, pero de 2007. ¿Se quiso atentar entonces contra él? No lo sabemos, el servicio secreto USA no parece que vaya pregonando estas cosas. Y si se atentó frustradamente contra Bush en Colombia, ¿lo intentó hacer la ETA? La respuesta estaría incluida igualmente en el ordenador de Reyes, cuyo contenido certificó la Interpol que no había sido alterado y en el que, además, aparecían las complicidades de dos regímenes de izquierdas propensos a subvencionar y dar refugio a terroristas en fuga: Venezuela y Ecuador.

En cualquier caso, puestos a concluir con este ejercicio especulativo sobre el nuevo hilo abierto del 11-M, digamos que ha quedado suficientemente acreditado el hecho de que la banda de criminales nazis, conocida como la ETA —queda más infame si le ponemos el artículo delante—, no ha descartado casi nunca alianzas estratégicas con otros grupos de su misma calaña. Aquellos que en su momento, con la intención de que todo apuntase a un atentado islamista en el 11-M, proclamaron la imposibilidad de una ETA asociada a otros grupos de bandoleros, deberían reconocer hoy unas mentiras tan interesadas a fin de obtener réditos políticos. Sí, ya sé que es pedir un imposible. 

La asociación de criminales descubierta ahora daría que pensar, por el momento sin extraer conclusiones definitivas, en la posibilidad de que los etarras hubiesen aportado el plan de la masacre del 11-M —en el que siempre he creído, con independencia de quien lo ejecutase— y fuesen otros desalmados, quizá los de las FARC, los que contribuyeran con unos sicarios dispuestos a ocasionarla. ¿Qué papel les quedaría entonces a los moritos? El que han desempeñado siempre a la perfección: el de pringaos. Es decir, el de esa carne de cañón o cabeza de turco que se precisa para que el poder político y su brazo mediático desvíen la atención en la dirección adecuada y así beneficiarse del resultado en las urnas. 

Autor: Policronio
Publicado el 31 de mayo de 2008

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