martes, 11 de septiembre de 2018

El fascionalista Tardá quiere que el Rey pida perdón


Francesc Maciá en la inauguración del Parlamento de Cataluña (6-12-1932): “Tomo posesión victoriosa de esta fortaleza (sic) para celebrar de nuevo nuestras Cortes, que dictarán nuestras leyes en nuestra lengua”.

El diputado Tardá dice que el Rey "tiene que pedir perdón" por "jurar los principios del Movimiento". No será aquí, en Batiburrillo, donde defendamos los privilegios del Borbón ni la ideología encerrada en el Movimiento, cuanto más si se considera que el monarca parece ir de mal en peor respecto a su inhibición en la situación de deriva que lleva la Nación española. Pero de ahí a hacerle el juego a un nazi redomado como es Tardá, que representa al partido más radical, antidemocrático y de peor trayectoria de todos los existentes —PC incluido—, pues, francamente, media un abismo.


Es Tardá el que debería pedir perdón por pertenecer a una Esquerra que ya en sus inicios, con el teniente coronel Maciá (del Ejército español) al frente, intentó uno y otro golpe de estado, primero al pretender invadir España con un pequeño grupo de hombres armados que la gendarmería francesa neutralizó en Prats de Molló, lo que llevó a Maciá al ridículo más espantoso, y luego, ya en tiempos de Companys, sumándose al golpe revolucionario del 34, que en Cataluña supuso la pérdida de docenas de vidas, así como la huída de algunos esquerristas por las cloacas y la detención y juicio de Lluis Companys, sentenciado a 30 años de prisión por los tribunales de la República.

"Esquerra es el partido que más mira hacia el futuro y más se tropieza en el presente"... Y en el pasado, cabría añadir, de ahí que muestre siempre una vileza y una deslealtad sin parangón posible.

Más tarde, ya en tiempos de la Guerra Civil, ERC fue responsable directa de numerosos crímenes, violencia y asesinatos dentro de Cataluña o bien de haber usado la desidia necesaria e interesada, puesto que sus miembros controlaban la “Generalitat”, para que otros cometieran esos delitos. Llegada la Transición, Esquerra no ha dado muestras de algo distinto que de practicar el fascionalismo (nacionalismo fascista), con numerosas coacciones —entre las que se incluyen amenazas de muerte— a sus opositores políticos y en las que los “escamots” de las juventudes de ERC han desempeñado siempre el papel de sicarios. Incluso, con la llegada de Esquerra al poder de la Generalidad catalana, formando parte del despótico Tripartito, los fascionalistas de ERC se han caracterizado siempre por su corrupción o arbitrariedad y su descarada radicalidad en los departamentos que les han correspondido.

En suma, la trayectoria criminal y liberticida de Esquerra, desde su fundación hasta nuestros días, no es que debiera obligar a sus dirigentes a pedir perdón, caso claro de Tardá, sino que, si dispusieran de algún residuo de vergüenza y algo de espíritu democrático, optarían por disolver un partido que ha sido y es el cáncer de Cataluña.

Autor: Policronio
Publicado el 26 de noviembre de 2008

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